Se suele pensar que las mujeres sí pueden ser multiorgásmicas, mientras que los hombres no, como si de esa manera el karma estuviese intentando compensar el hecho de que, supuestamente, las mujeres disfrutan de un menor número de orgasmos. Hay muchos hombres que no se muestran de acuerdo con dicha máxima, y no hay más que darse un garbeo por cualquier foro para comprobar que es algo no tan infrecuente, incluso teniendo en cuenta que no hay que creerse todo lo que los hombres cuentan, por supuesto.
Es el caso de este hilo de Hip Forum, donde varios usuarios explican sus muy dispares experiencias. En algunos casos, su multiorgasmia se traduce en dos eyaculaciones casi seguidas y más o menos igual de intensas, con apenas una separación temporal de unos cinco o diez segundos. En otras ocasiones, los orgasmos surgen sin necesidad de eyacular, a través de largas sesiones de autoexploración. Ese es quizá uno de los grandes problemas que surgen a la hora de investigar los multiorgasmos masculinos: ¿se trata de una serie de clímax que se suceden sin pasar por el período refractario en el que el hombre no siente ningún deseo sexual u orgasmos que se sienten de manera más intensa y continuada?
Una cuestión de respiración
Los libros y expertos que aseguran tener la llave para conseguir mejores orgasmos han proliferado durante los últimos años. Uno de los métodos más veteranos y convincentes –o por lo menos más completos– es el de Jack Johnston, que desarrolló hace décadas el KSMO (Key Sound Multiple Orgasm), un peculiar método basado en la respiración que, aunque no se siga a pies juntillas, proporciona interesantes pistas para conseguir un mayor placer. Johnston no es uno de los partidarios de no alcanzar el orgasmo a través de técnicas de aguante que echan el freno de mano justo antes de llegar al punto de no retorno, sino de tomárselo con calma.
El problema de esta clase de técnicas es que, aparte de que pueden conducir a un frustrante fracaso, obvian el esparcimiento que da gracia a la relación amorosa, como explica el sexólogo en un artículo publicado en Alternet. “No es divertido para nadie, simplemente te estás preguntando todo el rato ‘¿ya estoy llegando? Quizá pueda ir un poco más lejos. Oh, mierda, me he pasado”. Esta mentalidad en la que el hombre, en lugar de abandonarse al placer se convierte en un vigilante de sí mismo, resulta muy poco práctica. “No creo que nuestro creador fuese tan sádico”.
La clave se encuentra en la respiración, como asegurarían los seguidores del sexo tántrico. El método utiliza un sonido (el key sound que le da nombre) que genera una vibración en el cuerpo, como si se tratase del ronroneo de un gato. Este tiene que ir acompañado por una ligera estimulación, preferiblemente no concentrada en el pene sino en el área del perineo, es decir, la que se encuentra entre el escroto y el ano y que tan reivindicada ha sido como zona erógena en los últimos años. Johnston lo considera el “punto G masculino”, que debe ser masajeado ligeramente hasta conseguir un leve hormigueo de satisfacción, lo que denomina como “el efecto Eco”. La tendencia natural del hombre es a acelerar la estimulación a medida que se siente más excitado, de manera que sólo hay un fin posible: el orgasmo. Frente a este camino recto, Johnston propone dar algún rodeo para evitar ese reflejo eyaculatorio.
“A menudo, el orgasmo se centra en el área genital, cuando el método que yo enseño tiende a ocurrir a través de todo el cuerpo”, explica el sexólogo. “Uno experimenta la excitación en todo su cuerpo. Neurológicamente, todo está conectado, así que la idea es ser conscientes de eso”. Y aunque a más de uno le echarán atrás las referencias al fluir de la energía que defiende Johnston, también hay una serie de estrategias que pueden servir para sacar todo el partido a los orgasmos. Por ejemplo, las largas sesiones de masajeo del perineo (incluso de una hora de duración) o la base del pene pueden derivar en pequeñas eyaculaciones de presemen. El orgasmo ha de llegar en oleadas y no como un simple golpe de placer, lo que también permite que los encuentros sexuales sean mucho más largos y no se vean interrumpidos por la eyaculación, que obliga a esperar un rato para volver a empezar. El experto afirma que con 20 minutos al día (en los que debemos intentar no eyacular) uno puede alcanzar un conocimiento más o menos profundo de la propia sexualidad a través de los grandes cuatro pilares del sistema: una vocalización específica, ejercicios de respiración, técnicas de relajación y concentración mental.
Una alternativa: la técnica de la marcha atrás
Aunque Johnston no sea partidario de ellas, la mayor parte de técnicas multiorgásmicas tienen como objetivo principal colocar al hombre al borde del orgasmo… y dar marcha atrás. Aquellos que quieran probar con esta alternativa, pueden probar con las ideas que Matak Chia y Douglas Abramsexpusieron a finales de los noventa –al parecer, una gran época para el macho multiorgásmico– en The Multi-Orgasmic Man: Sexual Secrets Every Man Should Know (HarperCollins), y que se basa en la idea de que el orgasmo y la eyaculación son dos cosas distintas y que no tienen por qué ir de la mano. Así pues, el objetivo básico es alcanzar el clímax, no liberar semen.
¿De qué manera puede conseguirse? En primer lugar, tomando conciencia de nuestra energía sexual. En segundo y más práctico, fijándose en la velocidadde la excitación. Por lo general, la mayor parte de hombres pasan del primer estímulo a la eyaculación con gran velocidad. Firmeza, hinchazón, endurecimiento y calentamiento (heat) son las cuatro etapas que atraviesa todo hombre en su proceso de excitación. La clave está en no pasar rápidamente a la etapa más acalorada, aquella que conduce indefectiblemente a laeyaculación. Para ello nuestra excitación no debe distraernos, sino que debemos dejar vagar nuestra mente por otras cuestiones que la rebajen, como las estadísticas de nuestro deporte favorito.
Debemos también menajar determinadas técnicas, como el control de la respiración, que debe ralentizarse y realizarse con el diafragma, algo también positivo para nuestra salud en general. Para ello podemos sentarnos en una silla con la espalda derecha, colocar nuestras manos en el estómago, respirar a través de la nariz y repetir el proceso unas 30 veces. Para mejorar nuestra concentración, podemos fijarnos en el acto de respirar mientras hacemos este ejercicio o contamos hasta 100, algo que también repetiremos una vez en la cama cuando estemos metidos en harina. En último lugar pero no por ello menos importante, se encuentran los ejercicios de fortalecimiento de los músculos sexuales, de forma similar a los ejercicios Kegel que potencian lasexualidad femenina. Aunque si todo esto suena demasiado complicado siempre podemos coger el camino rápido y eyacular como toda la vida. Que tampoco está tan mal.