(+Fotos) Esta es el «Kabe-don» la fantasía erótica que las mujeres están copiando de Japón

Es una imagen que todos hemos visto en algún momento sin sospechar que tenía un nombre (mucho menos japonés)

(+Fotos) Esta es el «Kabe-don» la fantasía erótica que las mujeres están copiando de Japón

Autor: Leo Robles

kabe

Es una imagen que todos hemos visto en algún momento sin sospechar que tenía un nombre (mucho menos japonés). La mujer está de pie, apoyada en una pared. El hombre, frente a ella, se apoya con una mano (o dos) en la pared mientas le susurra algo. Hay en esta disposición una mezcla de intimidad y acoso, habida cuenta que, en muchos casos, el hombre es más alto que la mujer y su posición impide que esta pueda escapar. Sin embargo, el último par de años se ha convertido también en un habitual ‘tropo’ más o menos erótico, especialmente en el manga y el anime ‘shojo’, es decir, el destinado a mujeres.

‘Kabe-don’ (壁ドン) es el nombre que recibe dicha disposición, y procede de ‘kabe’ (‘muro’) y ‘don’ (el sonido de un golpe). Suena agresivo, pero en la mayor parte de ocasiones, este término aparece asociado a una inocente representación erótica. La página española ‘Japonismo’, señala que “aunque nos pueda parecer que el ‘kabe-don’ es un momento agresivo, nunca es visto así por las lectoras y espectadoras de estas historias, más bien al contrario”. ¿Por qué? La autora señala que “es un momento de gran tensión (sexual) que provoca muchos nervios y mucha emoción: el chico controla la situación, tiene hasta una pose de ‘aquí mando yo’ y puede besar a la chica en cualquier momento si así lo desea, y eso justamente provoca excitación entre el público femenino”.

Un clásico 'kabe-don' del manga 'Strobo Edge'.
Un clásico ‘kabe-don’ del manga ‘Strobo Edge’.

La popularización de la palabra se remonta a 2014, cuando empezó a convertirse en el término de moda tanto en Japón como en otros países occidentales. Según ‘The Debrief’, el pistoletazo de salida se dio en 2014 gracias a un manga en el que el protagonista hacía lo propio. “Si has estado en el este de Asia recientemente, hay muchas posibilidades de que hayas visto alguna forma u otra de ‘kabe-don’ en anuncios, televisión, películas o revistas”. Domino’s Pizza empezó a dar en Japón descuentos a los clientes que hiciesen ‘kabe-don’ a los repartidores. Una compañía de videojuegos llamada Voltage contrató a un grupo de altos jóvenes (al menos 1,80 metros) para que hiciesen ‘kabe-don’ a las visitantes de una feria de juegos en Tokio (3.000 según sus datos), como se puede ver en el siguiente vídeo:

Si alguien necesita una guía (occidental) para entender la multitud de declinaciones del kabe-don puede resultar útil un reportaje publicado en ‘Libération’ por Agnès Giard el pasado fin de semana, y que recoge un gran número de expresiones de este meme cultural. Entre ellas se encuentra el Kabedon Café, que ofrece cinco maniquíes distintos a las clientes mientras emiten frases de flirteo. Los roles abarcan desde el ‘asananajimi’ (el amigo de la infancia que revela haber estado enamorado siempre) hasta el ‘tsundere’ (el varón frío y distante que de repente se declara).

¿Por qué?

Hay determinados tropos que se repiten en las películas románticas, y que nos parecen naturales: la pareja cogida de la mano o juntando las cabezas mientras están sentados. Sin embargo, ¿cómo de natural es el kabe-don, cuál es su origen y por qué se ha popularizado tan rápidamente? Para Giard, se trata de “un momento buscado por las espectadoras, en el cual un personaje masculino sufre bruscamente un subidón hormonal, frunce el ceño, se pone amenazante y atrapa a la elegida contra –a su elección– la pared de un ascensor, la puerta del metro, el cristal de un dispensador de bebidas u otra superficie capaz de amplificar el sonido”.

Así visto, suena a fantasía masculina de control. Sin embargo, su popularización entre el público sugiere que no es así. Como señala Jainnie Cho, “el kabe-don no fue creado para cumplir las fantasías masculinas, sino para apelar a las femeninas”. Según su visión, en el puritanismo cultural de Japón, que produce a menudo sentimientos de vergüenza entre las jóvenes, esta situación puede ser liberadora.Ben Applegate, editor de manga para Random House, añade que es una de las modas más inocuas que ha visto en el universo de la cultura japonesa, especialmente en comparación con otras expresiones de su cultura popular.

Probablemente, desde el punto de vista occidental, más allá de una bonita imagen para campañas de moda, el ‘kabe-don’ tenga que ver con las siempre polémicasfantasías de violación. Es lo que sugiere Giard en su columna de ‘Libération’. “Los estudiantes no se equivocan al parodiar el kabe-don en forma de puestas en escena grotescas, declinando el estereotipo hasta que se agota la carga erótica”, recuerda.

De ahí que haya penetrado rápidamente en el cine pornográfico y hayan surgido multitud de variantes, a cada cual más violenta (pero también absurda): es el caso del conocido como ‘semidon’, en el cual el hombre envuelve con los brazos y las piernas a la mujer de forma humorística o del ‘kabezubo’, donde directamente el hombre ha clavado manos y piernas en la pared.

La línea entre la ficción y la realidad

Muchos de los expertos en cultura oriental relativizan la carga violenta del ‘kabe-don’ y sugieren que quizá se encuentre en la mirada del observador. Es posible que simplemente se trate de uno de esos comunes choques culturales entre Japón y Occidente. Como recuerda Cho, “aunque se encuentre muy lejos de las fantasías de violación, la noción de que a las mujeres les debería gustar sentir escalofríos ante su pareja es quizá lo que nos pone nerviosos de los elementos de la cultura popular nipona”.

Lo cual no quiere decir que la mayoría pasen por alto el componente agresivo de dicho tropo. El artículo de ‘Japonismo’ presentaba una ilustración realizada por@Nakashima723 que enseñaba cómo librarse del hombre en un ‘kabe-don’ no deseado. No es el único lugar donde se reproducen dichas imágenes como útil respuesta ante una situación incómoda. Como suele ocurrir con comportamientos sexuales que implican cierto grado de agresividad repentino y sumisión es difícil saber dónde se encuentra el límite entre lo consentido o la agresión.

Al fin y al cabo, el ‘kabe-don’ recuerda poderosamente a algunas de las estrategias de flirteo planteadas por los tan polémicos defensores del ligoteo científico. Por ejemplo, Julien Blanc, cuya entrada a Reino Unido fue vetada por sus métodos, aseguraba que la intimidación física era una de las herramientas más útiles a la hora de llamar la atención de una mujer. En las imágenes que le granjearon su mala fama se le podía ver agarrando del cuello a sus objetivos femeninos, y él mismo recordaba que “golpear cosas” podía resultar útil como herramienta de amenaza.

En teoría, el ‘kabe-don’ no tiene que ver con ninguno de estos métodos, sobre todo porque, como ya hemos señalado, es una fantasía femenina y no masculina. Basta con echar un vistazo a los comentarios de casi cualquier artículo que aborda el tema para descubrir cómo las aficionadas al manga disfrutan de él y les divierte hablar de sus ejemplos preferidos. Como recuerda en ‘Japonismo’ Laura, su autora y especialista en cultura japonesa, “hay que diferenciar claramente entre ficción y realidad, porque una cosa es verlo en un manga o dorama [serie de televisión de imagen real] y emocionarse ante la escena y otra que te hagan un ‘kabe-don’ en la vida real, especialmente si el chico en cuestión ni te va ni te viene, claro”.


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