Por qué ser rebelde e inconforme nos vuelve increíblemente sexys

Los rebeldes nos hacen cuestionarnos a nosotros mismos y cambiar de opinión, además de atentar contra el balance de poder establecido. En otras palabras, ser inconformista puede ser muy sexy.

Por qué ser rebelde e inconforme nos vuelve increíblemente sexys

Autor: Ángela Barraza

rebeldía

La palabra “provocativo” tiene dos acepciones: por un lado, se puede provocar incomodidad en los demás a través de opiniones impopulares o puntos de vista eclécticos y subjetivos; por otro, se puede ser provocativo en un sentido sexual casi por las mismas razones. Esto no necesariamente tiene que ver con los aspectos físicos: Frida Kahlo no era bonita en términos tradicionales, pero se convirtió en un símbolo sexual gracias a su actitud frente a la vida. Pocas personas considerarían que un calvo, alcohólico y drogadicto pueda ser atractivo, a menos que se trate de Hunter S. Thompson.

Según un estudio documental llevado a cabo en la Universidad de Queensland, ambas acepciones de “provocativo” pueden coexistir en las personas que nos parecen sexys. ¿Por qué? Muy sencillo: los rebeldes y los inconformes (hombres y mujeres) son atractivos porque nos retan y nos obligan a tomar partido sobre ciertas cosas en las que no pensamos. Cambiar de opinión es “peligroso”, y quien nos hace cambiar de opinión de algún modo es sexy.

Según Matthew Hornsey, autor en jefe del estudio: “La gente piensa que los hombres prefieren a las mujeres conformistas, pero esta impresión es discrepante de la realidad”. A través de un análisis comparativo de varias pruebas sobre atracción en hombres y mujeres, Hornsey y sus colegas llegaron a la conclusión de que la gente que se sale de los perfiles habituales resulta más atractiva y que, de hecho, los hombres no necesariamente prefieren a las mujeres conformistas.

Frida

Los investigadores creen que se trata de una “resaca” psicológica de eras previas donde se esperaba que las mujeres fueran “sumisas, modestas, suaves, agradables” y que apoyaran ciegamente las opiniones de sus maridos. Dicha noción tiende a desaparecer en las sociedades donde “la palabra ‘conformista’ tiene un tono cada vez más peyorativo”, y “la noción de hacer concesiones sobre la visión individual en favor de la masa es vista como inmadura”.

En una prueba, se pidió a 115 voluntarios leer y evaluar los perfiles de 20 personas. Dichos perfiles se escribieron ya sea para enfatizar tendencias conformistas (“Ella es feliz de seguir el plan de los demás”) o inconformistas (“A menudo prefiere hacer sus propias reglas antes de adaptarse a las del grupo”). Parece que la prueba tomó en cuenta solamente a heterosexuales, quienes evaluaron a los miembros del sexo opuesto en cuanto a atractivo y potencial para ser sus parejas, y a los miembros del mismo sexo en cuanto a su probabilidad de ser encontrados atractivos por otros.

La tendencia favoreció a los inconformistas sobre los conformistas. Esta tendencia no es privativa de Occidente: otro estudio tomó en cuenta a 515 estadounidenses e ingleses y 306 hindús, encontrando que “la gente que mostró rasgos de personalidad inconformistas también reportaron mayores niveles de logro romántico y satisfacción”.

Ya se trate de iconos religiosos, políticos o artísticos, los rebeldes e inconformes son atractivos porque nos muestran formas distintas de pensar la cotidianidad y las relaciones dadas de poder. Y cuestionar el poder siempre tiene algo sexy.

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