En un estudio realizado por la especialista en Derechos Humanos, Norma Celia Bautista Romero destaca que pese a los grandes avances de la sociedad en el tema tecnológico, político y social, sigue existiendo un pensamiento conservador dentro las familias alrededor del mundo, que nos impide ir a la vanguardia con el desarrollo de nuestro entorno.
«Ese pensamiento conservador impide que los niños y niñas puedan adquirir conocimiento sobre la diversidad sexual en su hogar y en la escuela» dijo.
El trabajo de campo demostró que la personalidad del ser humano depende de los valores y la educación que se le imparta dentro del entorno que lo rodea a temprana edad, por lo que es necesario que los padres no dejen que el desarrollo de los infantes obedezca única y exclusivamente de la escuela.
Para la especialista esta etapa de la persona puede ser fundamental para comenzar a alimentar la conciencia de los jóvenes a fin de incentivar valores que contribuyan a su libre desenvolvimiento dentro de la sociedad.
“Mi percepción es que la niñez resulta la etapa idónea para introyectar valores y principios vitales para la convivencia pacífica, así como el respeto, la diversidad, la diferencia, la tolerancia y la eliminación de prejuicios, estereotipos o estigmas, deben ser cuestiones indispensables en la educación de un niño”, indicó Bautista.
A su vez, precisó que el abordaje de diferentes temas sobre la sexualidad es reprimido por los padres y profesores por el miedo de ir contra el sistema educativo convencional o el no saber cómo puedan influir estas conversaciones en la vida cotidiana de un niño o niña.
“Podría afirmar que el temor para hablar abiertamente aún está presente, en las escuelas por la posible reacción de los padres, y de los padres porque no saben si la información que le proporcionan a su hijo, pueda afectar la educación familiar de otros niños”, expresó Bautista
De igual forma envió un mensaje a los responsables de familia a asumir la responsabilidad como padres, si no a contribuir con una correcta formación de los jóvenes.
“Donde los niños y adolescentes están presentes, nuestras creencias personales no pueden ir por encima del ejercicio de derechos de otros”, enfatizó la especialista