Payasos hicieron de la risa un “arma” contra la ocupación de Palestina

Este es un lugar donde la humanidad se juega su futuro, señaló Ivan Prado, director del festival itinerante

Ante decenas de menores palestinos, payasos de España, Chile y Brasil llenaron de carcajadas la Ciudad Veja en Jerusalén, con acrobacias y actuaciones de torpeza, en el cierre del Festiclown Palestina, que este año celebró su sexta edición.

Este festival itinerante se ha convertido en una realidad y en «una necesidad ante un contexto tan agresivo en lo cotidiano y en lo estructural», en opinión de Iván Prado,  director de Festiclown e integrante del colectivo artístico “Pallasos en Rebeldía”.

Prado es un reconocido payaso internacional oriundo de Galicia, España, que ha recorrido medio mundo actuando. Se ha desnudado para protestar delante de los muros de Marruecos, Israel y la valla de Melilla. Ha hecho reír en campos de refugiados del Sahara e Idomeni y en favelas brasileñas y comunidades indígenas zapatistas.

Al recordar los orígenes de este festival, rememoró que fue en la ciudad de Pontevedra en el 2000, “cuando empezamos a utilizar el festival en un artefacto, una catapulta, una forma de usar la cultura con el objetivo de transformar la realidad”, señaló al portal cuartopoder.es.

En un momento dado el festival se volvió itinerante. “Decidimos que todo el dinero de las taquillas se convirtiera en un proyecto de transformación en otro lugar del mundo”. De ahí nació “Pallasos en Rebeldía”, que viajó ya a Palestina en 2003. Después nació Festclown Palestina en 2011.

“Todo inicia como un proceso inspirado en los zapatistas de entender la cultura como una palanca de transformación social, que genera primero una cooperativa, luego Pallasos en Rebeldía y luego que el propio Festiclown vaya a Palestina y se cierre el círculo”.

Dijo que «El Festiclown se puede hacer en campos de refugiados palestinos, y en comunidades indígenas en América Latina, como en Brasil, o en barrios pobres de Colombia, la diferencia es que no ves un ejército de ocupación tan presente, un muro que te limita, que te aprisiona», declaró Prado sobre su reciente paso por la Cisjordania ocupada, informó la agencia EFE.

Por primera vez, la asociación impartió talleres en el Teatro de la Libertad de Yenín, creado en el campo de refugiados de esta localidad cisjordana, al que califica como un espacio «mítico» de las artes escénicas en el mundo árabe.

Tras recorrer también las urbes palestinas de Hebrón, Nablus y Kobar, al otro lado del muro de separación israelí, clausuraron el festival de circo y risoterapia entre las murallas milenarias de Jerusalén, en la parte este ocupada y anexionada, donde los pequeños se dejaron pintar la cara, bailaron y se unieron a los juegos circenses de los payasos.

Para Prado, «el payaso es un casco azul de la humanidad» y «viene a decirles a los seres humanos que no están solos y que todo es posible».

Al justificar su presencia en Palestina Prado argumentó: “Entendí que es un lugar donde la humanidad se juega su futuro. Porque si las víctimas se convierten en verdugos con el silencio cómplice de toda la comunidad internacional, lo que estamos es perpetuando un ciclo interminable de dolor”.

El artista gallego apuesta por “romper esa cadena”, para “por lo menos tener ciertas posibilidades de construir un futuro más luminoso”.

“Si permitimos que las que fueron víctimas del Holocausto cometan un genocidio con toda la complicidad de la comunidad internacional, lo que hacemos es lanzar el mensaje de que cuando los vencidos sean vencedores pueden cebarse en la venganza. Eso es lo que creo que hace especial el caso de Palestina”, argumentó.

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