Esta es la espeluznante escena que quedó atrás luego de que las fuerzas del régimen sirio bombardearon un búnker en el este de Ghouta con Napalm durante la noche, lo que provocó la muerte de al menos 37 civiles.
Las imágenes circuladas en línea por la Defensa Civil siria, un grupo de rescate conocido como los Cascos Blancos, mostraron voluntarios sacando cuerpos carbonizados del refugio en ruinas.
El grupo rebelde Failaq al-Rahman, que controla la ciudad de Arbin, dijo que alrededor de 125 personas, en su mayoría mujeres y niños, se encontraban dentro del refugio cuando la bomba explotó justo antes de la medianoche cuando se suponía que iba a entrar en vigencia un alto el fuego.
Las fuentes en el terreno y los rescatadores de la Defensa Civil siria afirmaron que los ataques aéreos transportaban gas de napalm.
Izzet Muslimani, un activista en la ciudad, le dijo a Al Jazeera : «Aquellos que resultaron heridos todavía están siendo tratados por quemaduras de primer y segundo grado. Con la falta de servicios de emergencia, esperamos que aumente el número de muertos «.
Hubo informes contradictorios sobre quién era el responsable. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos con sede en Gran Bretaña atribuyó el ataque a Rusia.
Activistas en el terreno dijeron que la fuerza aérea siria era responsable de la atrocidad. El uso de Napalm en la guerra está efectivamente prohibido en virtud de los tratados internacionales sobre armas.
Moscú negó el viernes que estuviera bombardeando el este de Ghouta con armas incendiarias después de que los observadores de la guerra dijeron que los ataques aéreos rusos mataron a los 37 civiles.
«La aviación rusa no está golpeando áreas residenciales de Ghouta Oriental y especialmente no está usando armas incendiarias, a diferencia de la coalición internacional liderada por Estados Unidos», dijo el ministerio de defensa ruso en un comunicado, citado por la agencia estatal de noticias TASS.
Los rebeldes en Arbin habían dicho anteriormente que esperaban que se les permitiera evacuar la ciudad bajo un cese al fuego, el plazo acordado provisionalmente, aunque nunca se materializó. Las negociaciones continuaron el viernes.
En otros lugares se permitió a los rebeldes evacuar la ciudad de Harasta, con hasta 400 combatientes y sus familias sacados del enclave en autobuses del gobierno con destino a la provincia de Idlib.
Esto sigue un patrón que el gobierno sirio y sus aliados rusos han usado en otras partes del conflicto: asediar una zona, bombardearla, lanzar un asalto terrestre y finalmente ofrecer el pasaje a los rebeldes que accedan a partir.
Mientras tanto, en un tercer y último enclave rebelde en la ciudad de Douma, las bombas que contenían lo que parecía ser fósforo blanco, otro arma prohibida, llovieron sobre la ciudad durante la noche.
Videos e imágenes del suelo mostraban docenas de incendios ardiendo alrededor de la ciudad en escenas infernales.
Si la evacuación de Arbin es exitosa, eso dejaría solo a la ciudad de Douma aún bajo el control de los rebeldes.
Las fuerzas a favor del régimen lanzaron una abrasadora ofensiva aérea y terrestre en la región oriental de Ghouta el 18 de febrero.
El asalto retomó el 80 por ciento del enclave, dice el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, y lo que queda se encuentra dentro del rango de mortero de Damscus, lo que permite bombardeos constantes.
La ofensiva de un mes en Eastern Ghouta ha matado a más de 1.500 civiles, dice el Observatorio, y ha provocado que decenas de miles de personas huyan a áreas controladas por el gobierno.
Más de 350,000 personas han muerto en el conflicto sirio desde que estalló en 2011 con la represión brutal de las protestas antigubernamentales.
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