La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su sigla en inglés) pidió prohibir el castigo corporal y psicológico e informó, en ese sentido, que actualizó sus políticas sobre ese tema con nuevos recursos en relación a cómo se les debe criar y sobre las herramientas pensadas para padres y médicos.
Insiste el organismo que el castigo corporal o el uso de azotes como herramienta disciplinaria a largo plazo aumenta la agresividad en los niños pequeños y es ineficaz para enseñar la responsabilidad y el autocontrol, se conoció a través de un informe de prensa.
Indican que nuevas evidencias sugieren que el maltrato puede causar daño en el desarrollo normal del cerebro. La academia no solo se centra en el castigo físico, también en el maltrato verbal a modo de humillación, ya varias investigaciones han demostrado que gritar a un niño o avergonzarlo puede elevar las hormonas del estrés y provocar cambios en la arquitectura del cerebro.
“El abuso verbal severo también está relacionado con problemas de salud mental en pre-adolescentes y adolescentes”, indicaron los pediatras norteamericanos.
En concreto, la academia presentó su política interna “Disciplina efectiva para criar niños sanos”, que tuvo en cuenta la evidencia científica más reciente.
Argumentaron su petición con los estudios más recientes en la materia, aclarando que no hay literatura científica que respalde beneficios del castigo físico a largo plazo.
Una investigación del 2014, por ejemplo, usó grabaciones de voz para explorar las interacciones entre padres e hijos durante las actividades diarias.
Y aunque la mayoría de los padres utilizaron una estrategia disciplinaria verbal antes del castigo corporal, en 15 de las 33 familias seguidas (45 por ciento) se acudió a agresiones físicas luego de 30 segundos en promedio y en el 73 por ciento de los casos los niños retomaron el mismo comportamiento por el que habían sido castigados.
Los pediatras también presentaron evidencia positiva a factores de los padres asociados con el castigo corporal, como la depresión que pudieran tener y si en su infancia también recibieron este tipo de maltratos; esas situaciones inciden en estos comportamientos.
“Es bueno reforzar la premisa de que se debe recompensar el comportamiento positivo”, manifestó Benjamin Siegel, pediatra coautor de la declaración de política.
“Los padres pueden establecer reglas y expectativas por adelantado. La clave es ser coherente en el cumplimiento de ellos”, agregó.
Para la AAP, los pediatras pueden usar su influencia en las visitas al consultorio y así ayudar a los padres a formar la disciplina de sus hijos con estrategias apropiadas para cada edad.
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