Los que tienen hijos entenderán que a veces los niños llegan a desesperarnos por una u otra razón. Sin embargo, nada de lo que hagan es pretexto para gritarles. Una madre estadounidense se propuso a sí misma dejar de gritar a sus hijos y nos cuenta las cosas que aprendió:
1. Gritar no es la única cosa que he dejado de hacer durante este año. También he dejado de ir a la cama con enfados y no he tenido tantas discusiones con mi marido. Rápidamente aprendí que es mucho mejor no gritar.
2. Mis hijos son mi público más importante. Muchas veces evitaba gritar en público para que los demás pensaran que soy una madre amorosa y paciente cuando en realidad mi audiencia más importante eran mis hijos. Siempre debo parecer eso para ellos.
3. Los niños son niños. Pero no sólo los niños, los adultos también. Todos estamos aprendiendo cada día y de vez en cuando nos equivocamos. Cuando eso pasa, uno debe comprender a los más pequeños y no gritarles.
4. No siempre puedo controlar las acciones de mis hijos, pero siempre puedo controlar mi reacción.
5. Gritar no funciona. Sólo hace que las cosas se salgan de control y que sea más difícil que los niños aprendan lo que quiero. Cuando me oían gritar, sólo pensaban en llorar.
6. Momentos increíbles pueden suceder cuando no se grita. Una noche oí pasos que venían de arriba después de la hora de acostarse. Aunque enfurecí ya que mi “tiempo para mí” se vio interrumpido, decidí relajarme. Fui a decirle a mi hijo que volviera a la cama. Mientras lo metía en la cama me dijo “Mami, ¿Me amarás si me voy al cielo primero? porque si vas primero, yo todavía te querré. De hecho, yo siempre te amaré.” Las lágrimas todavía vienen a mis ojos sólo de escribir esto. Puedo garantizar que si hubiera gritado “¡Vuelve a la cama!” nunca hubiéramos tenido esa dulce conversación.
7. No gritar es difícil, ¡pero se puede! Respira hondo antes de reaccionar. Se que es muy fácil decirlo, pero si te lo propones, funciona.
8. Muchas veces, yo soy el problema, no mis hijos. Rápidamente me di cuenta de que muchas veces he querido gritar porque me peleé con mi marido, me sentí abrumada por mi lista de tareas pendientes, estaba cansada o era esa época del mes, no porque los niños se comportaran “mal”.
9. Cuidar de mí, me ayuda a no gritar. Cuidar de mí no sólo me ayuda a no gritar, sino también me hace más feliz, más relajada y más amorosa.
10. No gritar me hace sentir muchísimo mejor. Ahora que he dejado de gritar, no sólo me siento más feliz y más tranquila, también me siento más ligera. Me voy a la cama libre de culpa y despierto con más confianza en que puedo ser una mejor madre.
Todo esto ha sido parte de un programa llamado “rinoceronte naranja” el cual propone dejar de gritar durante un año completo y te invita a seguir teniendo esta práctica una vez el desafío haya concluido. Te dejamos la página (en inglés) por si la quieres visitar.
¡Y no olvides compartir estos súper prácticos puntos con padres y futuros padres!
Fuente:Circo Viral