El sexo siempre es bueno
La cámara difícilmente se encienda si no es para filmar una escena en la que los amantes destrozan la habitación a cabezazos presas del frenesí, o van de un lado al otro jadeando como posesos. Las relaciones sexuales de las películas no suelen ser apacibles y estandarizadas. Si vamos a gastar cinta, que valga la pena. En la vida real, ese tipo de relación sexual no abunda. Hay que ver cómo llega a la cama el 99% de la gente después de una jornada de 12 horas de laburo, tras acostar a los hijos y ver el resumen de los noticieros. Cuando mucho puede haber cabezazos a la almohada.
Pacatería innecesaria
A pesar de la exaltación sexual del punto anterior, y a sabiendas de que dos personas que intiman se ven como dios los trajo al mundo, los amantes después del clímax en las películas reposan de una manera bastante curiosa: ella con las sábanas cubriéndole los pechos; él, con las mantas hasta la cintura. Y no importa qué tan pasional haya sido el encuentro, si uno de los dos decide abandonar el lecho, siempre se levantarán llevándose consigo una prenda que los cubra para que no se les vea la desnudez, independientemente de que tengan el cuerpo más envidiado de Instagram. Si ellos tienen pudor, ¿qué nos queda al resto de los mortales fofos?
La comida romántica no les cae pesada
Las sesiones amatorias de las películas pueden transcurrir tranquilamente después de una comida opípara. Esto, a pesar de que cualquiera sabe que no hay nada más complejo que mantener una buena performance sexual tras haber ingerido una abundante ración de alimento regada con bebidas espirituosas. Por alguna razón, el cine mantiene vigente el mito de que el sexo es el mejor postre, cuando habría que empezar a pensar si no es tiempo de cambiar el orden de los factores para evitar los soponcios inoportunos por hacernos los amantes pasionales cuando promedia la indigestión.
«Eso» nunca es un problema
La puntería que tienen en las películas para esquivar con excelsa maestría el período de las mujeres es, cuando menos, sospechosa. No veremos jamás una película en la que una pasión arrolladora se vea pospuesta porque la matemática de los días complejos no dan con el momento adecuado; en el cine, todo el mundo está siempre dispuesto: a nadie le duele la cabeza (salvo que la trama lo indique) y mucho menos habrá una menstruación que obligue al galán a volver a su casa a contabilizar los días para reprogramar el encuentro.
Se ama en lugares incómodos
A pesar de que debe haber varios estudios de muchas universidades que certifican que el lugar más cómodo para tener una relación sexual es la cama, el séptimo arte no deja de insistir con que se disfruta con mucha pasión de los baños públicos, los automóviles, los ascensores, los altillos, los descampados y una larga lista de etcéteras que, puestas a consideración como variantes, resultan interesantes para romper la rutina, aunque, con una mano en el corazón, jamás superarán la comodidad de una cama hecha y derecha. Aguante el lecho.
Fuente: La Vanguardia