Durante siglos nos han hecho creer que la felicidad es algo efímero. De hecho, incluso hay religiones que proclaman que no se consigue en este mundo. Como resultado de tantos años de adoctrinamiento, muchas personas adoptan un papel pasivo, esperan que la felicidad toque a su puerta y a veces cuando lo hace, ni siquiera son capaces de reconocerla e invitarla a pasar.
Afortunadamente, en los últimos tiempos algo ha comenzado a cambiar. De la mano de la Psicología Positiva y de corrientes filosóficas como el budismo, la felicidad se ha vuelto a poner en el centro de nuestra existencia. Por eso, es recomendable echarle un vistazo a la antigua sabiduría para redescubrir lo que tiene que enseñarlos. Y nada mejor que hacerlo a través del pensamiento de Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano.
1. El propósito fundamental de nuestra vida es buscar la felicidad.
En un mundo donde cuentan más las posesiones materiales que el desarrollo espiritual, es fácil dejarse contaminar por ese espejismo y construir una vida cuyo único fin es acaparar riquezas, con el objetivo de alcanzar una supuesta seguridad. Sin embargo, esta frase tan sencilla se convierte en una declaración de intenciones que puede darle un vuelco radical a nuestra vida.
2. La felicidad no es algo que venga hecho, es algo que construyes con tus acciones.
Muchas personas jamás llegan a ser felices porque piensan que la felicidad es como una lotería, un billete que simplemente les toca. Sin embargo, la felicidad es algo que se debe construir cada día, con cada una de nuestras acciones. Incluso el mayor golpe de suerte no nos convertirá en personas felices, generará euforia pero no felicidad, porque para ser felices debemos invertir en nuestro desarrollo personal.
3. Si deseas la felicidad de los demás, sé compasivo. Si deseas tu propia felicidad, sé compasivo.
La compasión es uno de los principios que proclaman muchas religiones, pero también es una de las reglas más difíciles de aplicar. Ser compasivos no significa sentir lástima sino intentar eliminar el sufrimiento y promover el bienestar. La compasión implica comprensión, aceptación y cambio. Por tanto, uno de los secretos de la felicidad radica precisamente en desarrollar una actitud compasiva, tanto hacia los demás como hacia nosotros mismos.
4. Cuando sufrimos una tragedia podemos reaccionar de dos formas: perdiendo la esperanza y sumiéndonos en hábitos autodestructivos o usando el desafío para encontrar nuestra fuerza interior.
Muchas personas se lamentan porque han llevado una vida desafortunada y no han tenido muchas oportunidades. Sin embargo, la verdad es que esgrimen su pasado como excusa, sin darse cuenta de que así están maniatando su presente y futuro. Todos tenemos historias de vida diferentes, pero el pasado no puede ser una excusa para dejar de buscar la felicidad. Es en la adversidad donde descubrimos de qué material estamos hechos realmente.
5. La mejor relación es aquella en la que el amor por cada uno excede la necesidad por el otro.
Nuestras mayores satisfacciones provienen de las relaciones interpersonales, nuestros mayores sufrimientos también. Por eso, para alcanzar la felicidad, es imprescindible replantearse las relaciones. Dalai Lama nos indica lo que ya había dicho Erich Fromm, el amor no es necesidad, es compromiso. Se trata de que cada persona cultive su propia felicidad y solo entonces, una vez que ha madurado, sea capaz de amar al otro por lo que es, no porque suple sus carencias emocionales.
6. Cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz.
Uno de los secretos de la felicidad consiste en saber dominar la mente. De hecho, es en nuestra mente donde se generan la mayoría de las dudas y se agigantan los problemas. Una mente calmada nos permitirá encontrar la mejor solución y adoptar la distancia necesaria de los conflictos, para poder evaluarlos en su justa medida. Al contrario, una mente exaltada y sin control, puede inventar problemas y obstáculos que no existen y que nos hagan infelices.
7. Recuerda que no conseguir lo que quieres a veces significa un maravilloso golpe de suerte.
A menudo lloramos sobre la leche derramada, porque en ese momento solo podemos ver que hemos perdido el alimento. Sin embargo, todo problema es una oportunidad para crecer, para explorar nuevos caminos que de otra manera, quizás no habríamos descubierto. A veces son los reveses los que nos obligan a salir de nuestra zona de confort, ampliar las miras y encontrar la felicidad.
8. La mayoría de nuestros problemas tienen su origen en el apego a cosas que erróneamente creemos permanentes.
Uno de los principios que predica el budismo es el desapego. Según esta filosofía, gran parte de nuestro sufrimiento está provocado por el apego a cosas o a las personas, un apego que se convierte en un vínculo compulsivo que nos lleva a pensar que sin esa posesión no seremos felices. Para el budismo el desapego no significa dejar de amar sino dejar de experimentar esa necesidad compulsiva y, sobre todo, ser conscientes de que no podemos supeditar la felicidad a nuestras posesiones o al cariño de otras personas.
9. Juzga tu éxito por lo que tuviste que renunciar para conseguirlo.
El éxito tiene un componente social, implica cierto reconocimiento por parte de los demás. O al menos eso creemos. Sin embargo, el éxito que se vive de manera más íntima a menudo es el que genera una mayor felicidad. En ese caso, no debemos valorarlo por lo que hemos alcanzado o por cuán lejos hemos llegado, sino por cuánto nos hemos esforzado y por todo lo que hemos tenido que dejar atrás. Cada vez que renunciamos conscientemente a algo, crecemos, porque nos despojamos del pasado para viajar más ligeros.
10. Las personas emprenden diferentes caminos para buscar la plenitud y la felicidad. El hecho de que no estén en tu camino no significa que estén perdidas.
Somos seres sociales por lo que resulta muy difícil escapar a la valoración de los demás. Sin embargo, cada persona debe plantearse sus propias metas y buscar el mejor camino para alcanzarlas. De la misma manera en que no debemos obligar a los demás a seguir nuestro camino, tampoco debemos caer en la tentación de seguir el trayecto que han marcado los demás porque podría no ser el más indicado para nosotros. Recuerda que la felicidad es un viaje personal.
Por último, pero no menos importante, Dalai Lama deja un consejo que encierra perfectamente el sentir de la filosofía budista y refleja su código moral: “Sé amable siempre que sea posible. Y ten en cuenta que siempre es posible”.
Fuente: Rincón de la Psicología