Bienvenido al mundo de los adultos, a ese al que de niño ansiabas llegar y hoy te has dado cuenta que no es tan divertido como lo pensaste. Los tiempos de euforia por salir de fiesta todos los días, desvelarte innecesariamente o comer lo que sea porque tu cuerpo era el más resistente se han acabado.
Hay quienes se despiden del síndrome Peter Pan y van aceptando los años y sus consecuencias con dignidad, otros tantos se aferran a la juventud y dan resultado a ese ente vergonzoso llamado “Chavorruco”.
Mitos urbanos dicen que los veintes son buenos, pero los treintas son mejores porque son como tus veintes pero con dinero y aunque no todos lo hemos comprobado, hay cosas que son seguras: que los años pasan y la vida jamás vuelve a ser la misma.
Estas son algunas señales que demuestran que ya no eres tan joven.
Los viernes ya no significan lo mismo
El “gracias a Dios es viernes” no significa que vas a salir a gastarte la quincena en dos o tres fiestas y en otros dos o tres afters, significa que afortunadamente llegó el fin de semana para ponerte la pijama, comer pizza y ver unas películas en tu casa o echarte una serie por completo. Ves correr el reloj de la oficina pero porque es día corto y ya no puedes más con tu existencia, el cerebro después de las 3 de la tarde ya no rinde igual y seamos sinceros, envidias un poco a tus compañeros y sus pláticas sobre los planes que tienen para pasarla bomba el sábado y domingo.
Si sales de fiesta, sólo eliges un día a la semana
Jueves o viernes o sábado, nunca, dos días seguidos; mucho menos y bajo ninguna circunstancia, los tres. Nunca se vuelve a considerar un miércoles de tragos casuales y los conciertos, cocteles de trabajo o comidas familiares se han incluido en ese paquete restringido de salidas pasadas las 10 pm.
Ya no quieres cambiar al mundo
En las escuela nunca falta el profesor rojillo o el hippie que se avienta un discurso tan pasional que te convence totalmente de revelarte contra el sistema y de tener acciones que realmente cambien al mundo. Dejas de tener discusiones en las que las transnacionales juegan de villanos; haz aceptado y amado al capitalismo. Dejas de ser activista de sillón y dejas de poner status en tus redes sociales en contra de todo, te basta con ser un ciudadano cívicamente responsable: separas tu basura, ahorras energía eléctrica, reusas el agua, andas en bici, etc. nada fuera de lo normal.
Pesa más desvelarse que tener resaca
“Es que mañana trabajo”, “Tengo que despertar temprano, mejor ya me despido”, y otras tantas frases que comienzan a llenar tus labios para no ir a una fiesta o volver temprano a tu casa. Las ojeras ya se notan más y el café no es suficiente. Dejas de permitirte el famoso black out y si bebes, haces pausas intermitentes con vasitos de agua. Conoces los insoportables dolores de cabeza resultado del tequila, vodka o mezcal y sí, es lamentable que para recuperarte de una cruda necesites más de un día y como 15421446 horas de sueño reparador.
Comes bien y te ejercitas
Esta señal es resultado de la anterior. Uno de los beneficios de la edad adulta es que prefieres comenzar una vida más sana, por lo que le dices adiós a las noches de tacos de puesto callejero; las quesadillas de la esquina como un previo a la hora de la comida se han convertido en frutita picada porque por supuesto, ya sales a correr en las mañanas y en las noches haces spinning. Ya no haces amigos en la borrachera, tus nuevo círculo social está en el gimnasio. Tristemente has borrado las apps de juegos y tienes esas que cuentan los kilómetros que corres, los pasos que das, las calorías que quemas, tu ritmo cardiaco y cosas bien divertidas (not).
Tu Instagram ya no tiene fotos de esos lugares nocturnos en los que dejaste tus mejores pasos de baile, ahora hay fotos de ensaladas, tenis nuevos para correr y la selfie-fitness.
Asimilas que los 90 no fueron “hace poco”
No, los noventas no fueron la década pasada, no ignores los horribles dosmiles (bueno, no tan horribles). Tan sólo piensa cómo cuando abrías una cuenta de lo que sea y elegías tu año de nacimiento estaba en los primeros lugares, hoy tienes que ir poco más abajo, un poco más y un poco más… Ya no están las Chicas Súper Poderosas en canal 5, ni Garfield y sus amigos, Dragon Ball y, ok, ya no tienes tiempo de ver la tv por las tardes y tal vez ni por las noches. El lado bueno de todo esto es que the 90s are back.
Las fiestas de cumpleaños de tus amigos se convirtieron en bodas y baby showers
Piénsalo bien, esos eventos en Facebook dejan de llamarse “Ven a festejar mi cumpleaños al Salón Corona” y han mutado a “¡It’s a Girl!” o bien, entre la correspondencia de cuentas por pagar que llega a tu departamento está la invitación de la boda de algún amigo y la noticia empeora cuando todos pensaban que justo ese o esa, jamás daría el “sí acepto”. Ahora comenzarán a preocuparte cosas como 1. ¿Por qué sigo soltera (o)? 2. ¿Ahora de qué voy a platicar con mis amigos? 3. ¿Qué se le regala a un bebé? y 4. ¿Con quién voy a ir a la boda?.
Crees que la música de hoy es sólo cosa de chavos locos
A veces el poder reconocer influencias en nuevas bandas en otras clásicas es de verdaderos melómanos que desayunan, comen y cenan música, pero si no es tu caso y aún así sabes qué canción suena como alguna del pasado es que pudiste vivir el boom de ésta, habita en su inconsciente y con algunos nuevos acordes palpita en tu memoria. O bien, también hay casos en los que este síntoma de edad es más agudo: cuando cualquier sonido nuevo te deja de sorprender argumentando que todo eso ya lo habías escuchado antes y mejor. ¿Dónde quedó la emoción de ponerle play a un disco por primera vez? ¿Es acaso que los estudios que dicen que dejamos de oír música nueva a los 33 años no se equivocaron?
En los conciertos ya no luchas por llegar hasta adelante
¡Ah! qué adrenalina cantar y bailar al ritmo de bajos sucios y guitarras estridentes; salir sudando literalmente de alegría con los tímpanos deshechos… sí, eso sucedía cuando estabas dispuesto a empujones, pizotones, multitudes y codazos; para ti, eso significaba disfrutar al 100% de la música. Hoy, decides quedarte en una orilla y de la mitad del venue para atrás posiblemente, porque prefieres escuchar “bien” y ver “bien” a la banda que nadar entre los pendejos, incluso, consideras comprar el pase VIP porque afortunadamente ya puedes pagarlo y le has quitado ese placer a tus padres de verte suplicar por querer ir.
Planeas la lista del super
¿Te acuerdas cuando ibas con tus papás al super y hacías berrinche para que de dejaran elegir el cereal? Bueno, pues cada vez que tienes que ir tú solo de compras, comienzas a preocuparte porque claro, tu bolsillo lo pagará. Atrás quedó el cereal con chocolate y azúcar; eliges el de fibra y que te durará más de un mes y comprarás gramajes y fechas de caducidad. Ya no entra la Nutella en el carrito, lo has cambiado por vegetales, frutas, semillas, enlatados y otros ingredientes simples con los que puedes cocinar con reducidos conocimientos culinarios.