Michelle Elman es una activista y coach de imagen corporal de 23 años, que se aburrió de cargar con el estereotipo de la “amiga gorda”, por lo que decidió cambiar el estereotipo basándose en su propia historia.
Michelle ha sido sometida a 15 cirugías cuando era más pequeña -para tratar un tumor cerebral, intestino perforado, intestino obstruido, un quiste cerebral e hidrocefalia-, lo que hizo que quedara con varias cicatrices, entre ellas, algunas en su abdomen que parecen “rollitos”, por lo mismo intentó evitar durante mucho tiempo mostrar su vientre en público
Tras vencer sus propios miedos, en julio de 2014, Michelle decidió dejar de esconderse y usó un bikini por primera vez. En ese entonces, relató su experiencia en su blog personal hoy es una férrea activista de la diversidad de cuerpos, la autoestima y lucha contra los estereotipos…
Hace unos días decidió abordar otro tema que ha enfrentado durante casi toda su vida a través de su cuenta de Instagram en donde suma miles de seguidores:
Para hacerlo, publicó una foto de sí misma junto a una amiga, en la que ambas aparecen con pantalones y en sostén a punto de saltar en un fiordo noruego. La imagen es una postal habitual de amigas en las redes que semidesnudas lucen felices. pero Michelle la utilizó para hacer hincapié en un tema del que poco se habla:
“Hay un estereotipo alrededor de ser la ‘chica gorda’ en un grupo de amigas. Ella es la que se sienta a la orilla y nunca en medio del grupo. Ella es la perpetuamente soltera, que se sienta en silencio mientras todas sus amigas hablan de su vida amorosa y si por milagro encuentra un novio, ella nunca estaría cómoda desnuda o en el dormitorio. Es la insegura, la que constantemente se queja de su cuerpo y habla de dietas…No podría ser más mierda este estereotipo. Desde los 11 años, siempre he sido la ‘amiga gorda’, pero nunca he sido esa chica. Incluso con todas mis inseguridades alrededor de mis cicatrices, y mi cuerpo en general, nunca fui la chica que se sentó en la orilla. Me rehusé porque mi orgullo, mi ego, y mis cirugías nunca me dejaron ser la persona que se perdió en la vida. La diferencia entre ahora y antes es que no dudé, cuando mi amiga sugirió saltar en el Fiordo, yo pensé ‘¡claro que sí!’. Antes hubiera dicho sí a regañadientes, pasaría el tiempo escondiendo mi cuerpo tanto como sea posible hasta el último momento, sin duda llevaría una polera y definitivamente no habría tomado fotos. Ahora, yo soy la que sugiere tomar fotos, fui la primera en sacarme la polera y la idea de que mi cuerpo era diferente no estaba ahí. El hecho de conocer a muchas chicas -gordas o flacas- que se perderían oportunidades como ésta, es lo que alimenta mi positividad corporal. La positividad del cuerpo no se trata de ser capaz de tomarte selfies en ropa interior, es sobre no dejar que tu ropa interior o tu traje de baño sea la razón por la que no estás participando. Y en última instancia, cuando estás alrededor de la gente adecuada, no te sentirás como la ‘amiga gorda’. No miro estas fotos y me veo como la extraña. Miro las fotos y veo los recuerdos y cómo nos divertimos”
Sin duda, una historia inspiradora…