Durante los últimos meses Melania Trump ha estado bajo el foco de atención, pero no por sus logros como la primera dama (así como sucedió con Michelle Obama durante la administración de el expresidente), sino por su decisión de mantenerse a lado de un hombre que la ignora, menosprecia y que no la ve más que como su reluciente acompañante. Algunos grupos la critican, mientras que otros la defienden, pero, ¿de verdad merece ser juzgada por su elección?
Aunque sólo es posible suponer, es fácil imaginar que Melania no está interesada en recibir amor de su marido; sus objetivos siempre se han dirigido hacia otras direcciones. La esposa del también magnate nació en un país pobre y creció en una familia de bajos recursos; por ello, la idea de que se haya involucrado con Trump sólo por mejorar su situación económica no suena tan descabellada. En realidad no importa cuáles fueron sus motivos, convertirse en una sugar baby fue su decisión, y al igual que ella, existen miles de mujeres dispuestas a salir con un hombre mayor y adinerado únicamente para tener una vida privilegiada y un futuro libre de preocupaciones.
El término sugar baby se refiere a aquellas mujeres cuya única prioridad es la seguridad económica, más no el romance, enamoramiento o los sentimientos. En su mayoría, son jóvenes atractivas cuyo futuro es incierto, así que deciden buscar a un hombre con una posición privilegiada –sin importar que sea mayor que ellas– para crear una relación en la que ambos salgan beneficiados. Aunque muchos las juzgan por aprovecharse de la ingenuidad de los sujetos, en realidad –por lo menos la mayoría de las veces– se trata de un mutuo acuerdo. Ellas son la viva imagen de la mujer / esposa perfecta y ellos el proveedor que siempre soñaron.
¿Dónde queda el amor? Puede que haya sentimientos de por medio o que no exista ningún lazo entre ellos. En este tipo de relaciones resulta irrelevante.
¿Cómo surgieron las sugar babies?
El fenómeno no es nuevo, desde hace cientos de años han existido mujeres que prefieren una vida de lujos en lugar de amor. Lo que sucede es que los avances tecnológicos, en específico los gadgets y el Internet, han facilitado las cosas para aquellas que buscan un proveedor. El mayor motivo por el que estas “chicas dulces” existen, es la deuda y crisis estudiantil en Estados Unidos. En promedio, la universidad endeuda a decenas de jóvenes con 28 mil 400 dólares (más de 500 mil pesos mexicanos); así que un gran porcentaje abandona sus estudios o pasa al menos 15 años pagando su deuda después de estudiar. Los empleos de medio tiempo no bastan y muchas no pueden depender de sus padres, por lo tanto, se ven en la necesidad de encontrar otras alternativas. Algunas optan por vender su cuerpo a través de la WebCam, pero otro segmento prefiere convertirse en una sugar baby.
Pros y contras
Ya no es difícil convertirse en una de ellas, pasar horas en fiestas o bares hasta encontrar a un hombre rico dispuesto a intercambiar su dinero por ciertas atenciones se redujo a buscar un prospecto en la red. Desde Tinder hasta sitios como ArrangementFinders.com, ofrecen la posibilidad de hallar a un prospecto que las patrocine –por decirlo de alguna manera– a cambio de distintos favores. Estos van desde servicios sexuales, acompañamiento y, en algunos casos, hasta un matrimonio bajo respectivos acuerdos. Una decisión puede terminar con la deuda estudiantil, los problemas financieros, la frustración económica y cualquier asunto futuro.
Tan sólo cinco millones de usuarios han comenzado a usar la aplicación para encontrar un sugar daddy. Se estima que cada una de las chicas que participan en este intercambio gana un total de tres mil dólares al mes (Casi 2 millones de pesos chilenos). Un gran porcentaje es de estudiantes de instituciones prestigiosas como Georgia State College, New York University y Cornell University. La mayoría de las mujeres que se han convertido en sugar babies aseguran que no se trata de una modalidad para prostituirse, pues el trato que estos hombres les dan es totalmente digno, empático, respetuoso y amistoso.
A pesar de ello, han existido algunos casos de violencia en chicas que usaban los sitios web para contactar hombres. Además, muchas han sufrido de agotamiento, estrés y ansiedad al intentar impresionar a su prospecto para que éste no se aburra y decida romper el acuerdo.
¿Se puede vivir sin amor?
De acuerdo con Helen Croydon, quien en su juventud fue una sugar baby, cuando eliges convertirte en una empleada que paga con tensiones, afecto, presencia o sexo, es fácil olvidarte de lo que significan las relaciones reales. Es decir, al enfocarte en no sentir y sólo ejecutar, la percepción de los vínculos entre amigos y parejas cambia. Las personas que viven un estilo de vida lujoso sin balancearlo con relaciones afectivas sanas, probablemente están llenando algún vacío o supliendo una carencia con bienes materiales o experiencias ostentosas. Las chicas que prefieren riqueza en lugar de amor encuentran su felicidad en lo plástico y en la seguridad económica; cuestión que nadie debería juzgar.
Ser una sugar baby no es exclusivo del sexo femenino, algunos hombres también crean este tipo de relaciones o acuerdos con mujeres u hombres mayores. La facilidad de ofrecer su belleza como moneda para pagarle a un sugar daddy la inversión que hace en ellas, es una forma de facilitarse el proceso para mejorar su situación económica. Esa decisión es personal y no depende ni afecta a nadie más, por lo tanto, es ilógico acusar o defender a Melania Trump o a cualquiera de ellas. Si en lugar de amor una vida de lujos es lo que les brinda la mayor felicidad, ¿por qué juzgarlas?
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Fuentes: