La cabra montés o íbice pirenaico habitó durante siglos los montes Pirineos, los cuales están en la frontera natural entre España y Francia. Este animal de enormes cuernos rizados logró sobrevivir a distintos depredadores, sin embargo, no pudo contra las acciones del ser humano.
A mediados del siglo XIX los llamativos cuernos de este rumiante fueron un atractivo para los cazadores, y ya en la segunda mitad del siglo XX sus osamentas se veían más colgadas en las paredes de estos cazadores que en su hábitat natural, según indicó un artículo de IFLScience.
En la década de los ’80 se llevaron a cabo intensos esfuerzos por conservar a este animal a través de la reproducción, sin embargo, era demasiado tarde. En 1997 sólo quedaba una hembra viva llamada Celia, pero al cabo de 3 años murió aplastada por un árbol en el Parque Nacional de Ordesa en España.
Con la muerte de esta hembra se pensó que este animal se había extinto, sin embargo, 10 meses antes de que muriera, el veterinario Alberto Fernández-Arias tomó muestras de células de su cuerpo, las cuales fueron cultivadas en un laboratorio y congeladas.
En aquella época se creía que la clonación de mamíferos era imposible, pero con el caso de la oveja Dolly en 1996 «cambiaron muchas cosas», según declaró este veterinario. Es por eso que un equipo hispanofrancés de científicos, dirigido por un hombre llamado José Folch, comenzó a trabajar con las células de Celia.
Basados en el proceso de Dolly, los investigadores inyectaron ADN de bucardo en óvulos de cabras comunes sin núcleo y además implantaron embriones en 57 de esos animales. De todos estos, sólo 7 quedaron preñadas.
Sólo una de ellas logró llegar hasta el final de la gestación y parió una cría, haciendo pensar que la humanidad había logrado derrotar la extinción de este animal, sin embargo, sólo fue por un tiempo breve.
«En cuanto cogí el animal en mis manos, supe que sufría una dificultad respiratoria. Teníamos preparado oxígeno y medicamentos especiales, pero no podía respirar de manera adecuada. Al cabo de 7 o 10 minutos, murió», confesó Alberto Fernández-Arias.
Esta historia se conoció en el año 2009, y en ese entonces el dinero para la investigación ya se había acabado, por lo que muchos de los científicos abandonaron el proyecto, dejando entrever que la cabra montés seguirá extinta.