Joey Prixx es un joven de 26 años que se une a la moda de aquellas personas obsesionadas con las cirugías. A su corta edad ya ha pasado por más de 100 procedimientos cosméticos, lo que equivale a 60.000 dólares para poder lograr sus dos objetivos: tener la cara y el trasero perfecto.
Durante los últimos cinco años, la cirugía ha sido gran parte de su vida, y se ha hecho de todo. Ha tenidos dos rinoplastías, se removió las glándulas axilares, se inyecta bótox en su rostro y rellena sus labios, además de sus mejillas. Y finalmente, está su particular trasero.
Incluso la Agrupación Creativa y Estética de Boston usa su cuerpo como un modelo para muchas de sus labores.
Su parte más preciada son sus glúteos, los que ha rellenado con implantes de silicona, aumentando tres veces su tamaño. A pesar de ser mucho más de lo original, estudiaron su cuerpo antes para ver cuánto podría soportar. Por lo que tiene un traste que es difícil de ignorar.
Para él es un sueño hecho realidad y lo llama «trasero burbuja».
«Aquellos que me conocen saben que estoy en un viaje de construir lo que veo como perfecto, y amo lo que he hecho con mi cuerpo, y seguiré esparciendo el mensaje de ‘sé tú mismo'».
Se parece bastante al resultado tipo de las hermanas Kardashian, pues sobresale completamente de lo que es el resto de su cuerpo. Pero, finalmente, por más extraño que le parezca a muchos, es decisión de Joey, quien no podría estar más feliz con los resultados.
Al mismo tiempo, el joven trabaja seis días a la semana y todo el tiempo extra que puede para juntar dinero para los procedimientos. Afirma que sus amigos lo apoyan, pero muchas personas no lo comprenden y juzgan la manera en que interviene su cuerpo.
«La vida es mucho mejor con implantes de trasero. Los he querido por mucho tiempo, he trabajado muy duro por obtenerlos y no podría estar más feliz».
A pesar de lo alegre que él está por sus cirugías, sugiere que se debe estar 100% seguro antes de hacerlo. Por ahora, él está contento con el resultado y espera que con los años pueda seguir haciéndose intervenciones, feliz de que a la gente le llame la atención y quieran tocar su trasero.
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