Una foto bastó para ayudar a cambiar la vida de un refugiado de la guerra civil que asola a Siria. Este verano, la imagen de Abdul Halim al-Attar vendiendo bolígrafos en una calle de Beirut con su pequeña hija al hombro en medio del agobiante calor circuló ampliamente en internet conmoviendo a personas de todo el mundo.
La poderosa imagen también llamó la atención Gissur Simonarson, periodista y desarrollador de Internet en Noruega. Simonarson lanzó una campaña en la plataforma Indiegogo para ayudar a al-Attar y su familia, y solicitó 5,000 dólares. En pocas horas llegó a la meta y en tres meses 7,220 personas recaudaron 191,079 dólares para al-Attar.
Ahora un reporte de la agencia Associated Press (AP) informa que con parte del dinero el padre de 33 años de edad abrió una panadería hace dos meses y ha añadido desde entonces una tienda de kebab y un pequeño restaurante a su empresa. Ya emplea a 16 refugiados sirios.
“No sólo cambió mi vida, sino también la vida de mis hijos y la vida de personas en Siria a quienes ayudé”, comentó.
Al-Attar nació en Siria proveniente de una familia de refugiados palestinos, y por eso no tiene ciudadanía siria. Antes de la guerra vivía en el campamento de Yarmouk, en el extremo sur de Damasco, donde estuvo empleado en una fábrica de chocolate. El campamento quedó devastado por la guerra.
El hombre dijo que del dinero recibido donó cerca de 25,000 dólares a los amigos y parientes en Siria. Además de abrir negocios, se mudó con sus dos hijos del dormitorio que todos compartían a un modesto apartamento de dos cuartos en un edificio aún sin terminar con vista a la carretera en el sur de Beirut.
El reporte de AP da cuenta de que el apartamento es ruidoso y pequeño, pero la familia está mucho mejor. Reem, de cuatro años, quien aparecía con su padre en la foto ya famosa, mostró juguetes nuevos: utensilios de cocina de plástico, un columpio y un oso de peluche. Su hermano, Abdullelah, de 9 años de edad, ha vuelto a la escuela después de tres años de ausencia.
Al-Attar se separó de su esposa, quien regresó a Siria.
El hombre no ha recibido todo el dinero recaudado, en parte debido a impedimentos burocráticos. Indiegogo, la plataforma recaudadora, y Paypal, la plataforma de pago, se quedaron con 20,000 dólares por cargos de procesamiento de dinero.
Como PayPal no opera en el Líbano el dinero debe ser transferido poco a poco mediante un amigo de la campaña de recaudación que retira el dinero en Dubai.
Esas dificultades han disuadido a Simonarson de otros esfuerzos humanitarios. “Después de ver lo difícil que ha sido el desembolso, y las complicaciones con los refugiados que no pueden abrir una cuenta bancaria en el Líbano creo que será mi última recaudación de fondos”, dijo en entrevista telefónica, pero a la vez se alegró de que al-Attar hubiera podido abrir un restaurante y que sus hijos estén bien cuidados.
Al-Attar también se siente frustrado por no haber recibido todo el dinero, pero su optimismo es mayor.
“Cuando Dios quiere que concederte algo, lo conseguirás”, aseguró.
Al-Attar y sus empleados son afortunados de tener trabajo en el Líbano, donde hay alrededor de 1,2 millones de refugiados sirios. Sólo un tercio tiene alguna forma de empleo, según un informe de 2014 de la Organización Internacional del Trabajo.
Y al-Attar se siente agradecido. Tiene pedidos constantes de pan fresco y shawarmas de los trabajadores y las familias en el cercano barrio obrero de Ared Jaloul. Al convertirse en empresario, el otrora vendedor ambulante al que una foto le cambió la vida tiene mejores vínculos con la comunidad donde vive.
“Me saludan más. Me respeta más”, dijo.