Durante el día, la piel va acumulando bacterias y aceite, que usualmente se despojan del cuerpo con ayuda de los jabones. El jabón, precisamente, es un aliado para protegerse de los gérmenes y para mantener la superficie corporal limpia y fresca. Por eso las normas cotidianas indican tomar un baño diariamente o lavarse las manos permanentemente empleando dicho elemento de limpieza. Sin embargo, esto fue puesto en cuestión.
Para la periodista de Men’s Health Concetta Smith, el hábito de lavarse con jabón «crea un desequilibrio en la piel, lo que causa que el exterior se sienta apretado y seco después de bañarse». Asegura que esto interrumpe el proceso de adaptación de la epidermis (la capa externa de la piel) al entorno, algo estudiado científicamente durante mucho tiempo.
Sosteniendo que el cuerpo se acostumbrará a no lavarse con limpiadores, Smith decidió poner en marcha una prueba: prescindió del jabón por completo durante dos semanas para contar luego los cambios que experimentó. «Quería ver por mí misma cómo mi piel se ajustaría al cambiar de rutina y dejar de usar jabón», argumentó la joven.
Y para darle más sustento al experimento, Smith también refirió a las palabras de la dermatóloga neoyorquina Dina Anderson, que explicó que a diferencia del jabón, el agua en sí no se unirá a los aceites e impurezas que se acumulan en la piel y los eliminará por completo.
«Cuando le comenté la idea a mis amigos, se sorprendieron. Tal vez, el verano no sea el mejor momento para no lavarse con jabón. El calor y la humedad convierten a uno en un caldo de cultivo perfecto para la suciedad. Pero me pregunté si solo con agua sería suficiente», comentó. El desafío cobró mayor incógnita por las altas temperaturas diarias.
¿Qué sucedió finalmente? Tras catorce días duchándose sin utilizar ningún limpiador corporal, Smith destacó cuatro conclusiones. Primero, la capacidad de adaptarse a baños con agua caliente, aun a pesar de la época estival. Contó que en el inicio lo más difícil fue recordar constantemente que no debía buscar el jabón cuando volvía al hogar «empapada de una masa pegajosa de sudor y protector solar».
«Me apetecía una ducha fría, pero en lugar de eso accioné el calor, ya que el agua caliente era mi única opción para combatir la suciedad. Después de unos días de seguir esta rutina comencé a esperar mis duchas llenas de vapor. Y pronto me deleitaba con la atmósfera de sauna que mi baño había desarrollado», relató.
La segunda diferencia que percibió fue sentir la piel más sana: «Una semana después, mi piel se transformó de una capa seca a en un resplandor suave y cremoso». Citando a la especialista Anderson, explicó que los jabones deshidratan la dermis al eliminar los aceites de la piel, lo que no se produce al bañarse solo con agua. Dijo que su piel era más saludable «sin el uso de productos químicos ásperos típicamente encontrados en productos de limpieza».
Otra derivación -mucho más lógica- fue que ahorró más tiempo y dinero al abandonar los productos de aseo adicionales, como cremas hidratantes, lociones y exfoliantes. «No los necesitaba, ya que no me estaba deshaciendo de los aceites naturales con solventes irritantes. Mi piel no requería tanta atención«, apuntó.
Por último, se refirió al tema del olor que emanó su cuerpo. Salvo por la inseguridad que se le presentó antes de acudir a una entrevista de trabajo, llevó las dos semanas sin mayores problemas. «Resulta que bañarse con agua es suficiente para eliminar los malos olores. Con todos los aromas y perfumes de los limpiadores, descubrí que el jabón no desodoriza realmente. Simplemente añade una suave capa superior de fragancia, que se evapora en pocas horas, de todos modos», dijo.
«Yo no esperaba ningún cambio en mis costumbres o en la calidad de la piel. Pero me sorprendió gratamente cuántos beneficios me generó. Podría ser algo bueno para a tu piel darle unas vacaciones de jabón de vez en cuando», comentó a modo de conclusión.