Cuando pensamos en historias de amor, no podemos dejar de lado el elemento trágico. Quien se enamora, indefectiblemente sufre en algún momento del proceso. Sin embargo, hay vínculos que traspasaron la barrera media del dolor y de los impedimentos; tanto así que llevaron sus historias hacia el imaginario colectivo y aún hoy son recordadas.
Debemos admitirlo: las personas nos sentimos atraídas por la tragedia. ¿Hubiera trascendido Romeo y Julieta si hubiesen vivido felices para siempre?
Aquí, tres historias de amor signadas por el drama:
Abelardo y Eloisa: Corría el año 1118. En París, un hombre llamado Abelardo llevaba adelante su carrera filosófica. Ya consagrado, encontró en Eloisa, una niña de 17 años, el amor.
Ambos vivían en la casa del tío de la joven, Fulberto. Abelardo, queriendo conquistarla, convenció a su protector de tomarla como alumna: “Inflamado de amor, busqué ocasión de acercarme a Eloísa y en consecuencia, tracé mi plan”, escribiría en una carta.
Eloisa y Abelardo comenzaron una relación en las mismísimas narices de Fulberto. Ella quedó embarazada, contrajeron matrimonio y Abelardo escondió a Eloisa en un convento, quedando el niño, Astrolabio, en manos de la hermana de la joven.
En venganza por todo lo acontecido, el tío castró a Abelardo. Los amantes no volverían a verse nunca más en sus vidas.
Hoy, sus restos descansan juntos en el mismo sepulcro.
Shah Jahan y Mumtaz Mahal: Si alguien le dice a su amada: “Te construiré un castillo”, probablemente sea tomado de manera metafórica. Pero en la India, en el S.XVII, esta frase tomó una dimensión real.
El Príncipe Imperial Yurram conoció a la princesa Arjumand Banu Begum en un bazar y fue amor a primera vista. Años después, la convertiría en su cuarta esposa y tendría con ella 12 hijos.
Luego de 19 años de matrimonio, cuando el príncipe gozaba del título de rey y se llamaba Shah Jahan (rey del mundo), Mumtaz Mahal murió dando a luz a una niña: Gauhara Begum. Antes de fallecer, le pidió a su esposo que le prometiera que le construiría una tumba y que la visitaría todos los años.
Shah Janah cumplió. Para el reposo del cuerpo sin vida de su amada, mandó a construir una de las siete maravillas del mundo: el Taj Mahal.
Marco Antonio y Cleopatra: la última reina de Egipto no escatimaba en juegos de seducción para lograr sus objetivos políticos; habiendo conquistado primero a Julio César, luego tendría una relación intensa y apasionada con el sobrino de éste, Marco Antonio.
Por amor, Marco Antonio abandonó todas sus obligaciones y se fue a vivir con Cleopatra al Palacio de la Reina de Alejandría. Lo declararon enemigo de Roma y de su emperador, Octavio Augusto. La pareja libraba una lucha de poder con Octavio, quien fue conquistando territorio hasta finalmente tomar la ciudad donde se refugiaban los amantes.
Marco Antonio recibió la noticia de que su amada Cleopatra había muerto, y entonces, llevando a cabo su palabra de que a la muerte de uno seguiría la muerte del otro, se suicidó. Ella seguiría a Marco Antonio dejándose picar por una cobra venenosa.
Cleopatra falleció antes de cumplir los 40 años.
Durante ese mismo año, el 30 a.C, tuvo también su final el período de esplendor del Antiguo Egipto, convirtiéndose en una provincia más del Imperio Romano.