40 países del mundo se unieron para decirle NO a Monsanto

Éste es el quinto año consecutivo en que ciudadanos de más de 400 ciudades de 40 países del mundo se unen para alertar sobre los peligros de los transgénicos (OGM: Organismos Genéticamente Modificados) y agrotóxicos; y rechazar, al mismo tiempo, a su mayor generador: Monsanto, la compañía de semillas que se encuentra entre las 10 […]

40 países del mundo se unieron para decirle NO a Monsanto

Autor: B GS

Éste es el quinto año consecutivo en que ciudadanos de más de 400 ciudades de 40 países del mundo se unen para alertar sobre los peligros de los transgénicos (OGM: Organismos Genéticamente Modificados) y agrotóxicos; y rechazar, al mismo tiempo, a su mayor generador: Monsanto, la compañía de semillas que se encuentra entre las 10 más grandes del mundo, y a su vez, dentro de las 5 empresas agroquímicas más grandes del mundo.

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Aunque desde su sitio web, la multinacional estadounidense plantea el desafío de “satisfacer las necesidades actuales y preservar el planeta para el futuro”, el riesgo de los productos que comercializa, como el herbicida“Roundup”, que contiene como principio activo el glifosato, señalado en 2015 por la Organización Mundial de la Salud como probable carcinógeno humano, cada vez es más investigado por los prejuicios que conlleva para la salud de los pueblos donde se utiliza, y para el ambiente en general.

Además, al querer imponer el monopolio de semillas modificadas genéticamente para hacer los cultivos más resistentes a las plagas y las sequías, Monsanto busca instalar un modelo agrario que tiene a la rapidez, la eficiencia y el afán de lucro como baluartes principales, dejando de lado los tiempos propios de la naturaleza, la economía de los pequeños productores, la salud de las personas, y la capacidad de los pueblos de alcanzar su propia soberanía alimentaria.

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«Estamos contra la agricultura industrial y transgénica basada en el uso masivo de agrotóxicos. Decían que acabarían con el hambre del mundo: pasó todo lo contrario”, señala Julián Galeano, integrante de la asamblea organizadora de la marcha en Argentina; el país donde la agroquímica le exige al gobierno la posibilidad de cobrar regalías a los productores que utilizan sus semillas; en donde más glifosato se usa por habitante al año, con 5 litros por kilo; y donde la posibilidad de sumarse al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), impulsado por Estados Unidos podría quitar medidas proteccionistas que beneficien a las grandes trasnacionales, en perjuicio de la salud de los habitantes. Un riesgo similar al que se vive hoy también en Europa a partir de otro posible acuerdo de libre comercio que está en disputa.

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Pero además de Monsanto, también se encuentran otros grandes productores de semillas alteradas genéticamente como DuPont, Syngenta, Bayer, Dow Chemical y BASF.  A este respecto, y frente a la reciente propuesta de Bayer de comprar Monsanto, los activistas del mundo entero se han movilizado, considerando que la unión de la farmacéutica alemana con la agroquímica estadounidense podría generar un gran riesgo para la salud y el ambiente de todo el mundo.

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La Marcha internacional contra Monsanto fue iniciada, en sus comienzos, por el movimiento March Against Monsanto (Mam); y este año se se sumaron ciudades como: Nueva York y Seattle (EE.UU.), Estrasburgo y París (Francia), Buenos Aires (Argentina) y Johannesburgo (Sudáfrica).

Los ciudadanos han salido a las calles a expresar su derecho a la vida, a un ambiente digno y a la defensa de su salud, exigiendo información transparente y políticas firmes de protección.

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El debate que está de fondo y se expresa en esta marcha se basa en el modelo de producción de alimentos, del que básicamente dependen todas las personas en el mundo. Si “somos lo que comemos”, ¿cómo no reparar entonces en quién lo produce y de qué manera?

Aunque existe un avance respecto a la investigación y difusión de los posibles daños que este modelo podría producir (y en muchos casos, ya ha generado) en la salud y el ambiente, aun se encuentra en entredicho. Y la causa de esta “duda”, que aparece sembrada en muchas personas que argumentan que permite un modelo de producción a gran escala, hay que buscarla en los intereses económicos de estas grandes compañías y los medios de comunicación a ellas ligados que se encargan una y otra vez de desmentir cualquier denuncia.

La respuesta, nuevamente, está del lado de los pueblos, y necesita de su unión, para defender el ambiente, nuestra salud, y la de las próximas generaciones. «We will not stand for poison. That’s why we March Against Monsanto» señala el sitio de March Against Monsanto: dejando en claro el motivo que reúne a tantas personas en el mundo entero: «No vamos a soportar el veneno. Eso es por lo que marchamos contra Monsanto».

¿Tú también te sumas?

Fuente: LaBioGuía


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