«50 sombras de Grey» desata debates sobre el imaginario sexual en una sociedad con resabios machistas

La filósofa Esther Díaz y la sexóloga Isabel Boschi dialogaron acerca de los valores que pone en juego la saga, que lleva vendidos más de 100 millones de ejemplares y fue traducida a 52 idiomas.

«50 sombras de Grey» desata debates sobre el imaginario sexual en una sociedad con resabios machistas

Autor: Arturo Ledezma

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La re-circulación de la trilogía erótica «50 sombras de Grey», disparada por el estreno de su versión cinematográfica que convocó 330.000 espectadores en apenas tres días, reavivó los debates en torno a la representación del imaginario sexual, todavía atravesado por paradigmas machistas mientras la emancipación femenina sigue dando examen, coinciden la filósofa Esther Díaz y la sexóloga Isabel Boschi.

Díaz es doctora en Filosofía y autora de casi veinte obras entre las que se destacan «La sexualidad y el poder», «La filosofía de Michel Foucault», «Las grietas del control», «Posmodernidad» y «La sexualidad, esa estrella apagada». Por su parte, Boschi es psicóloga, sexóloga y preside actualmente la fundación que lleva su nombre dedicada a familia, sexualidad y educación. Ambas dialogaron acerca de los valores que pone en juego la saga «50 sombras de Grey», que lleva vendidos más de 100 millones de ejemplares y fue traducida a 52 idiomas.

– ¿Cuáles son las razones por las cuales una obra de relativo valor literario haya desencadenado un fenómeno editorial tan fuerte?

– Esther Díaz: El relativo valor literario de una obra es condición necesaria (aunque no suficiente) para la venta masiva de un libro, si bien hay escasas excepciones, como «Cien años de soledad» de García Márquez. El texto de E.L. James está escrito siguiendo las reglas de los best-seller. Es decir, claridad, narrativa sencilla que agiliza la lectura y una dudosa condición: tocar la morbosidad que se aloja en los recovecos de los humanos. En este caso no es un dato menor el hecho de que sea consumido por más mujeres que varones. Aunque es evidente que su tendencia es machista y reafirma la sumisión de la mujer.

Isabel Boschi: La literatura recrea la forma de vincularnos en sociedad o de organizar nuestra mente, que es la pequeña sociedad subjetiva con la que nos entendemos a diario. Si nuestra forma de vivir en la ciudad es la de competir para ganar y para someter y poder así autoafirmarnos denigrando al perdedor, estos juegos de roles que implica el poder se transfieren a la relación de pareja. En realidad, heredamos las mortificantes formas de la Segunda Guerra Mundial, que calificaban de réprobos o legidos a uno u a otro lado de la trinchera. La lucha bélica se continúa en otros campos de batalla, y en las poblaciones que sobrevivimos y descendimos de esos guerreros. Esas tendencias de atacar o someterse para sobrevivir son innatas en los seres vivos. Así son los juegos sado-masoquistas. Cuando se juegan en la pareja no existe problema si se asumen como juegos. Debemos en cambio lamentar si esos juegos se tornan reales y culminan en violencia, daño y muerte. Sólo deberíamos jugar cuando son claras las reglas del juego y se respetan desde el principio hasta el final.

– ¿Qué dice acerca de las sociedades contemporáneas la repercusión de una novela que posiciona al sadomasoquismo como disparador y sustento de una relación amorosa?

– E.D: La trama reafirma la dominación viril y lejos de ser un avance por la igualdad de géneros es un retroceso lastimoso que algunas mujeres disfruten con la sumisión como si fuera su liberación.

I.B: La emancipación femenina sigue dando examen aun cuando en la mayor parte del mundo las mujeres podemos estudiar, trabajar remuneradamente y gozar de nuestra sexualidad. La gran periodista italiana Oriana Fallace decía que «la libertad es un deber, no un derecho». No se trata de hacer las cosas «a la marchanta». Valoremos nuestra epopeya de emancipación. Si nuestra estructura moral no aprueba presiones ajenas, seamos coherentes con nuestros valores. Si aceptamos esas prácticas sexuales, asumámoslas con responsabilidad. No, a la moda. Sí, al estilo personal.

– ¿Es viable pensar que la fantasía o ficción proporcionan instrumentos para controlar y modificar la vida cotidiana?

– E.D: Considero que sí. Existen experiencias de libros que cambian existencias. Ignoro si esos cambios son siempre para mejorarlas o empeorarlas, pero abogo por la libertad de que cada uno (o una) haga lo que quiera con su propia vida, obviamente si es mayor de edad y no tiene alterada sus facultades mentales. Aunque creo que es darle demasiada transcendencia a esta saga creer que realmente pueda cambiar la vida de alguien, a no ser la de quienes lucran con el morbo ajeno y se están haciendo millonarios de la noche a la mañana.

I.B: Las fantasías son la loca de la casa que nos ayuda a vivir. Construyen un planeta psico-emocional más soportable. Promocionan un futuro tranquilizador. Por cierto que algunas de esas fantasías son muletas que abandonamos cuando ya no son necesarias. Algunas mueren en su desarrollo mental sin llegar a concretarse en actos. Otras se imponen con exigencia hasta que las llevamos a cabo. Con estas últimas hay que proceder como con una mala pareja: o reestructuramos la relación llegando a acuerdos de las dos partes o nos separamos de ella en los mejores términos posibles, terapia mediante.

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