7 formas de curar tu temor al riesgo

Podemos entender el riesgo como la combinación de probabilidades de que se produzca un evento de consecuencias negativas

7 formas de curar tu temor al riesgo

Autor: Carlos Montes

GUAGYUA-SUELTA

Podemos entender el riesgo como la combinación de probabilidades de que se produzca un evento de consecuencias negativas. Para algunas personas, esta misma definición es una desafío irresistible y sin pensarlo buscan enfrentar las probabilidades y salir victoriosos. Por otro lado, existen personas que al percibir el riesgo se paralizan y lo evitan a toda costa, tomando decisiones que los mantengan lo más alejados posibles de cualquier probabilidad de daño, accidente o error.

Los líderes y emprendedores por lo general pertenecen a ese primer grupo de personas para quienes el riesgo no es un obstáculo sino una motivación. Ellos toman el riesgo y basados, parte en los hechos y parte en su imaginación, visualizan un escenario positivo y simplemente van a por él. La diferencia es que para ellos el riesgo es visto desde otra perspectiva, con una visión de libertad. Un emprendedor te dirá que hay más riesgo en trabajar para otra persona que en ser tu propia fuente de trabajo.

Si sueñas con ser un emprendedor, llevar el timón de tu vida, influir en la vida de otras personas y alcanzar el éxito debes saber que el riesgo te acompañará hasta el fin de tus días por lo que es clave que sepas cómo enfrentarlo.

A continuación te presentamos una lista de consejos que van a ayudarte convivir y lidiar con él de forma más fluida y natural.

1. Comienza con pequeñas apuestas

Si el riesgo se ha transformado en un real problema para tu crecimiento, una buena alternativa es dar pasos pequeños que poco a poco te lleven en esa dirección. Hacerlo paulatinamente te ayudará a acostumbrarte a convivir con el riesgo y manejarlo de mejor manera.


2. Crea un archivo con todas las opciones posibles de acción
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Lo que suele ocurrir con la gente que siente aversión al riesgo es que se angustian y frustran pensando en qué pasaría si todo sale mal o qué harían en caso de que algo imprevisto suceda. La única manera de solucionar esas trabas es pensando el proyecto de forma más exhaustiva, ponte en todos los caso y genera un dossier con alternativas de acción. Te significará más trabajo pero también más tranquilidad.


3. No temas no saberlo todo, aprende en el camino

En la realización de un proyecto, cualquiera sea, es fundamental asumir que entre la teoría y la realidad hay un abismo importante y que en muchas ocasiones te tomará por sorpresa. No te asustes de no saberlo todo, estos problemas son los que te van formando en el emprendimiento y te regalan experiencia y capacidad resolutiva, velo como una escuela. Una eventualidad puede ser tanto una sorpresa como un problema, depende de cómo lo enfrentes.


4. No aplaces las cosas buscando la perfección
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Toda la vida hemos escuchado que debemos dar lo mejor de nosotros para alcanzar la perfección, un crecimiento personal y laboral impecable e incuestionable. Que no debemos apuntar sino a lo mejor y es un sabio consejo, inspirador. Sin embargo en la práctica, cuando hay que cumplir plazos y metas, es fundamental tener la capacidad de tomar decisiones. La gente en exceso detallista o perfeccionista en ocasiones se queda en el camino buscando esa perfección y sobre todo en el emprendimiento es importante tener una mente ágil.


5. No te encandiles con la recompensa y disfruta el camino

Un gran error a la hora de pensar un proyecto es obsesionarse con el trofeo, con el éxito final. Si estás encandilado con el final del túnel es posible que en el camino te tropieces. Cada detalle es importante para cimentar el éxito por lo que debes estar siempre en el presente. La meta y los objetivos son tu norte, los que te dan la dirección hacia dónde caminar pero el trabajo del día a día es el mejor maestro. No pierdas la cabeza.


6. Ponte en el peor de los casos
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Muchas veces no sabemos exactamente qué es lo que nos limita o nos impide tomar la decisión y emprender ese plan que nos da vueltas la cabeza. Verbalizar es siempre útil, puedes también escribirlo y una vez enfrente ponte en el peor de los casos. Pregúntate ¿Qué es lo peor que podría pasar si todo sale mal? Piensa en las consecuencias y pondera. Muchas veces verás que tu temor es mayor que las consecuencias negativas que podría traer el riesgo.

VÍA: http://www.accionpreferente.com/


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