Aunque la tecnología ofrece numerosos beneficios y facilita nuestra vida diaria, su uso excesivo puede tener efectos negativos, especialmente cuando se trata de smartphones, ordenadores y otros dispositivos con pantallas de luz azul. Un reciente estudio realizado por ExpressVPN explica cómo puede afectar el uso excesivo de pantallas en nuestro día a día.
A continuación, te explicamos las principales razones por las que esto puede ser perjudicial:
1. Interrupción del sueño: El uso excesivo de pantallas interfiere en la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, lo que puede retrasar el ciclo natural del descanso y provocar insomnio. La falta de sueño, a su vez, está estrechamente relacionada con trastornos como la ansiedad y la depresión, los cuales también impactan negativamente la calidad del descanso, generando un círculo vicioso. A largo plazo, esta dinámica puede tener serias consecuencias para la salud física y mental.
2. Disminuyen la productividad: Es común que, en medio de una tarea importante, nos sintamos tentados a usar el móvil para revisar redes sociales. Esto ocurre porque realizar múltiples tareas al mismo tiempo está estrechamente vinculado con la adicción a la dopamina. Tanto las redes sociales como los videojuegos están diseñados para ofrecer recompensas inmediatas, como likes, notificaciones o nuevos niveles, lo que genera una liberación rápida de dopamina en el cerebro.
3. Aumento de la fatiga visual: Algunos de los síntomas relacionados con el SVI (Síndrome Visual Informático) causado por el uso prolongado de pantallas, pueden ser ojos cansados o dolor ocular, ojos rojos, irritación, visión borrosa o doble; e incluso, dolor cervical y de espalda. Dependerá del cúmulo de factores visuales y posturales.
4. Fomentan el sedentarismo: Es evidente que pasar largas horas sentado frente a dispositivos electrónicos reduce significativamente tu rango de movimiento durante el día, lo que puede fomentar un estilo de vida sedentario. Si este comportamiento no se equilibra con actividad física regular y pausas para moverse, puede tener consecuencias graves a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares y problemas metabólicos. Además, una dieta pobre en nutrientes puede agravar estos riesgos, aumentando aún más el impacto negativo en tu salud general.
5. Disminuyen tu capacidad de concentración: El uso excesivo de pantallas genera una sobreestimulación constante al bombardear al usuario con información diversa, lo que está estrechamente relacionado con la pérdida de atención. Las interacciones digitales suelen ser rápidas y cambiantes, lo que dificulta que el cerebro se enfoque en una sola tarea durante períodos prolongados. Esto afecta negativamente la capacidad de concentración, reduciendo la productividad y, a menudo, generando una mayor sensación de insatisfacción personal.
6. Alteran tu estado de ánimo: En una sociedad donde los trastornos mentales son cada vez más comunes, es más importante que nunca prestar atención a nuestros hábitos, especialmente en relación con el uso de redes sociales. En estas plataformas, los usuarios suelen mostrar solo los aspectos más «bonitos» o «exitosos» de sus vidas, lo que puede generar en los demás una sensación de insatisfacción al compararse con esas versiones idealizadas.
Además, el uso excesivo de redes sociales puede fomentar el aislamiento social al priorizar interacciones superficiales sobre el contacto cara a cara. Este tipo de relaciones no reemplaza la conexión emocional profunda que surge del contacto personal, lo que puede intensificar la sensación de soledad. Con el tiempo, este aislamiento digital puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales, como la depresión, agravando la salud emocional de quienes dependen en exceso de las pantallas para relacionarse.
7. Dañan tus relaciones personales: A menudo resulta difícil resistirse a la tentación de revisar el móvil, incluso en compañía de otras personas. Este hábito puede crear una barrera en la relación, ya que, aunque estés físicamente presente, emocionalmente te desconectas, haciendo que la otra persona se sienta ignorada o menos valorada.
Además, la comunicación no verbal, como las expresiones faciales, el tono de voz y el lenguaje corporal, es esencial para mantener relaciones saludables. La ausencia de estos elementos puede generar malentendidos y dificultar una verdadera conexión emocional, afectando negativamente la calidad de la interacción y, en última instancia, de la relación.
Por Irene Álvarez Sánchez