Como muchas otras parejas, Teresa Núñez y su esposo tenían muchas ganas de tener un hijo, sin embargo, no podían concebirlo. Es por eso que pensaron en la adopción.
Después de iniciar los trámites legales, viajaron a Ucrania, ya que averiguaron que es un país con una tasa alta de niños abandonados, por lo que se dispusieron a encontrar allí a su hijo.
Al llegar, conocieron a un pequeño que les robó el corazón y decidieron que sea él quien fuera su hijo. Lo llamaron Víctor y le entregaron todo el amor.
Al principio, notaron que el niño tenía problemas para sociabilizar y relacionarse con los demás, por lo que decidieron llevarlo al médico, pero los resultados no arrojaron nada extraño. Cuando Víctor cumplió 7 años tenía muchos episodios de irritabilidad, además de dificultades en el aprendizaje y dificultad par diferenciar colores.
Finalmente llegaron al resultado y el niño padecía Síndrome Alcohólico Fetal, que es cuando el feto absorbe el alcohol ingerido por la madre mientras está embarazada.
Este síndrome no tiene cura, por lo que tanto Víctor como sus padres deberán aprender a vivir con esta condición. El amor, la comprensión y la comunicación son las mejores herramientas para afrontar esto como la familia que decidieron constituir.