Un andamista, padre de dos niñas pequeñas, perdió los dos brazos, una pierna y su pie al ser golpeado por 33.ooo voltios en un horroroso accidente. El jefe de la empresa estuvo a punto de ir a la cárcel.
James Mines, de 34 años, pasó seis meses luchando por su vida en el hospital, luego de ser electrocutado por un golpe eléctrico potencialmente mortal que lo dejó con lesiones devastadoras. El hombre está indignado por la responsabilidad de la empresa y por cómo su jefe evitó la cárcel, luego de que el accidente lo tuvo al borde de la muerte y le cambió la vida para siempre.
En una emotiva carta leída a la corte, James Mines, reveló que tiene el corazón roto, pues no podrá volver a sostener en sus manos a sus bebés otra vez. El padre de dos niñas pequeñas quedó con graves e invalidantes amputaciones. Su declaración fue leída después de que su jefe, Jonathon Griffiths-Clacks, fuera liberado de la cárcel en la Corte de Magistrados de Swindon.
Mines declaró: «No puedo decir con palabras cómo se siente el despertar sin manos. Mis pequeñas hijas gemelas tenían 5 meses al momento del accidente. Todo lo que podía pensar cuando desperté era que no sería capaz de de sostener en mis manos a mis bebés de nuevo. Que no sería capaz de dibujar, jugar, o enseñar a mis chicas cualquiera de las cosas que había aprendido con mis manos. Es difícil de imaginar la cantidad de cosas que no puedo hacer, pero no volver a sentir nada con mis manos es lo que más me cuesta aceptar.
«Ahora estoy aquí sentado en mi silla de ruedas. Han pasado nueve meses del accidente y todavía no puedo andar. Para un hombre que era muy activo antes de accidente, ha sido muy difícil vivir sin mis extremidades. Yo hacía mucho deporte, disfrutaba de mi trabajo y de jugar con mis pequeñas. El cómo ha cambiado mi vida es algo casi indescriptible.»
El Sr. Mines, un talentoso futbolista, estaba sosteniendo una hoja de hojalata cuando ocurrió el accidente, mientras ayudaba a construir un refugio temporal en el trabajo. Había trabajado en la empresa por sólo tres meses, cuando ocurrió el accidente.
Griffiths-Clack, de 44 años, se había declarado culpable de un cargo por no cumplir con los deberes generales de salud, seguridad y bienestar de un empleado. El tribunal pudo constatar, sin embargo, que la compañía tenía un buen historial de salud y seguridad, lo que fue bien considerado.
El juez de distrito lo sentenció a una pena de seis meses de cárcel, y se le ordenó pagar US$ 2 mil. La empresa de Griffiths-Clack, Boundary Scaffolding Ltd, también admitió el mismo cargo y fue multada con US$ 104 mil.