Así de mentirosos somos los chilenos de acuerdo con un estudio realizado por especialistas

Cifras y expertos confirman que como pueblo valoramos la verdad pero justificamos mentir en ciertas ocasiones

Así de mentirosos somos los chilenos de acuerdo con un estudio realizado por especialistas

Autor: Pato Lakes

Cifras y expertos confirman que como pueblo valoramos la verdad pero justificamos mentir en ciertas ocasiones. Es un rasgo típico no decir toda la verdad para evitar microconflictos .

“Más vale una verdad que duela que una mentira que ilusione”. Esta antigua máxima resume un ideal cultural que muchas sociedades buscan alcanzar hoy en día, pero que en Chile podría no ser tan fácil de aplicar.

Según las cifras y la experiencia de los especialistas, los chilenos valoramos altamente la verdad, pero somos buenos para mentir, lo hacemos cada vez más y nos hemos acostumbrado a ello para relacionarnos mejor con nuestros pares y evitar los conflictos. De acuerdo a un microestudio realizado recientemente por GfK Adimark, el 38% de los encuestados considera que la “característica negativa” que más le molestarían que le atribuyeran es el ser “mentiroso”, seguida de “ladrón” (28%) y “chanta” (24%).

Y en 2016 una encuesta de la Universidad Bernardo O’Higgins, titulada “La Mentira”, mostró que el 75,5% de los chilenos rechaza la mentira, pero un 91% admite que “miente por necesidad” y el 90% que ha “mentido para proteger a otro”. El sondeo también mostró que los chilenos mienten más en el trabajo que en la casa y que el sector que consideran “más mentiroso” es la política.

Puede parecer curioso que, si bien los chilenos valoramos la verdad, también tendemos a justificar las “mentiritas” o las “mentiras blancas” (59%). Pero para los expertos esto no es tan extraño.

Giorgio Agostini, especialista del Instituto Psicológico Psiquiátrico, explica que al chileno “le cuesta ser directo, claro, preciso y afrontar la realidad que eso significa”. Aunque muchas veces usamos la mentira como “mecanismo de autoprotección, muchas veces es más lo que nos perjudica que lo que nos beneficia”. Asimismo, el psicólogo hace hincapié en que mentir es una conducta que se enseña a los niños con el ejemplo y “entre los 8 y los 10 años toman conciencia de las mentiras y aprenden que una verdad algunas veces podría dolerle al otro”.

En tanto, su colega, el psicólogo de los Centros médicos Vida íntegra, Fernando Marchant, explica que nuestras mentes “tienen mecanismos de defensa, entre ellos uno que es más adaptativo en nuestro proceso de socialización, la mentira”. El problema es cuando se convierten en trastornos de la personalidad. “Es una patología cuando la persona no puede controlar la obsesión por mentir y afecta sus relaciones cercanas, con la familia, los amigos, el trabajo”, afirma Marchant.

Desde el enfoque clínico, el psicólogo estima que “hoy día se ve más la mentira patológica. Los trastornos de la personalidad hoy se acentúan entre los 30 y 40 años”. Por eso, y como una forma de evitar su desarrollo, el especialista aconseja entregar afecto y reforzar la autoestima de los niños entre los 0 y 5 años.

Verdad completa

El doctor en Sociología de la Universidad de Santiago de Chile, Cristián Parker, aclara que en todas las sociedades la mentira siempre ha existido. “La transparencia absoluta no existe; existe como ideal, como normativa, como el deber ser”, sentencia.

“La comunicación humana tiene distintos objetivos y no siempre es entregar información verdadera. Muchas veces lo que la comunicación busca es establecer relaciones, más allá de que lo que se diga es verdadero o falso”. Por esto destaca que “muchas veces, la gente miente no porque quiera negar la verdad, sino que porque quiere evitar conflictos y porque se trata de un mecanismo para afianzar las interrelaciones humanas”.

Lo mismo opina el escritor Jorge Baradit, que en sus últimas obras se ha dedicado a develar las grandes y pequeñas mentiras de nuestra historia. Él cree que los chilenos no somos mentirosos por hacer daño o para sacar provecho, sino más bien como una estrategia de autoprotección para “eludir los conflictos pequeños”. “Los chilenos somos introvertidos, tímidos. Y como la verdad puede algunas veces generar conflicto preferimos decir una ‘mentira blanca’. Es un uso social”, dice el autor de La Historia Secreta de Chile, quien advierte, eso sí, que eso nos lleva a acumular presión.

“Al evitar los conflictos en las etapas iniciales no eliminamos la presión (…) En eso nos diferenciamos, por ejemplo, de los argentinos, que se pueden gritar media hora y la sangre no llega al río. Nosotros preferimos aguantamos y no enfrentarnos, pero tras un empujón explotamos y podemos ser muy violentos. Somos volcánicos”, asegura.

Además, el sociólogo Parker advierte que a veces los mecanismos que quieren afianzar estas interrelaciones, en realidad las dificultan. “Cuando la mentira es descubierta como mentira, se genera mayor división”. Por eso asegura que son importantes los esfuerzos sociales por la transparencia pero -aclara- que los cambios culturales son lentos: “No porque ahora se hayan descubierto tantas corrupciones significa que de un día para otro nuestra cultura va a cambiar”.


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