Hameed es una artista del tatuaje y, a la vez, una paramédica. Así diseñó su especialidad, que tanto bien hace a quienes padecen heridas o quemaduras en la piel. Su dedicado trabajo restaura y devuelve el color natural y la fisonomía a víctimas de este tipo de mal.
La tatuadora llegó a este campo, el de la micropigmentación, luego de sufrir ella misma un accidente en su niñez. Cuando tenía apenas dos años, ella misma sufrió una quemadura con aceite. Lo que a otros mortifica, a ella la hizo fuerte, le dio entereza y un camino en la vida: ayudar a los demás.
Entendió en su mismísima piel que las operaciones no lo resuelven todo, que la respuesta no está solamente en la cirugía plástica o en los tratamientos con laser. Que una persona necesita, para sentirse bien, que no lleva su herida al descubierto.
En su momento le dijeron a la pequeña Basma que nada más podía hacerse, pero ella no negó a rendirse. Creció y descubrió el tatuaje cosmético, lo analizó y buscó perfeccionarse en él. Si el tatuaje podía, por ejemplo, reemplazar una ceja, ¿Por qué no también otras partes del cuerpo, las que hiciera falta enmendar?
Pronto se corrió el rumor de sus habilidades, y así logró abrir la clínica que lleva su nombre, con oficinas en Toronto y Chicago. Logró que su tratamiento cosmético sea cubierto como un gasto médico por las obras sociales y, a quienes no pueden pagar sus servicios, los atiende gratis.
De hecho, abrió la Basma Hameed Survivors Foundation, donde ayuda a otros que padecieron a superar el trauma y les da alcance a sus servicios, como modo de impulsar su autoestima.
Su éxito ha dado visibilidad a la problemática y ayuda a mucha gente, no sólo que ha sufrido quemaduras sino también vitiligo que ha sobrevivido a algún tipo de cáncer, como Samira Omar, de 17 años, quien fue víctima de un brutal ataque, en donde le echaron aguar hirviendo.
Parte de su trabajo
¡Un ejemplo a seguir!
Vía: BD