Faltas de respeto. “Un hombre que falta al respeto a una mujer, no la merece”.
Empezamos con la regla número uno en cualquier relación: Respeto. Respeto significa que no tendrá miedo a comprometerse, que te cuidará y te valorará. Si no existe el respeto por su parte, vas a verte envuelta en mucho dolor.
Te grita. Si te grita porque ambos están discutiendo, en igualdad de condiciones, puede pasar. Pero gritar a una mujer por hacer algo mal o por hacer una pregunta no es la manera de tratarla. Dile que aprenda a controlar su ira cuanto antes.
Te insulta. Si te insulta haz que se disculpe. Todo el mundo se equivoca, pero no hay razón para que se dirija a ti de esa manera. Necesita controlar su rabia o estará perdido.
Te hace llorar. Si te quiere tanto como dice, no querrá verte triste, ni que derrames una sola lágrima. Nunca. Ningún hombre merece tus lágrimas.
Te golpea. Salir de una relación abusiva puede ser muy difícil. A veces las mujeres están tan asustadas y anuladas que no saben qué camino tomar. No sientas que tienes que ayudarlo, pues eso solo empeoraría las cosas para ambos. Una vez que salgas, te darás cuenta de que estás en un sitio mejor. Prometido.
No se refiere a ti como su novia. Eso es un clásico. Todo eso de “No me gusta poner etiquetas”. O quieres tener una relación con una chica o no quieres. O está orgulloso de ser tu novio o no lo está. Dile cómo te sientes. Debería respetar tu opinión tanto como la suya, y si no, es un no definitivo.
Rompe contigo y luego se arrepiente. Si te dice que “no está preparado” para esto, o que “no siente lo mismo que tú”, o simplemente actúa como un completo idiota (para provocar que seas tú quien le deje), ¡hazte un favor a ti misma!
Es un maleducado. ¿Le has hecho cupcakes por su cumpleaños? ¿Le organizaste una fiesta sorpresa? ¿Y no te dio las gracias? Si las palabras “por favor”, “gracias” o “perdón” no forman parte de su vocabulario, no necesitas pensártelo mucho.
Nunca se asegura de que estás bien. Es una de las peores cosas que un chico puede hacer. No llamar para ver cómo estás, cómo van las cosas o… ¡ni siquiera para saber si estás viva! Y se vuelve mucho peor cuando le llamas tú y contesta “¿qué?” o “¿me has llamado?”.