En Japón, el gato es uno de los animales más venerados. En Supercurioso conocimos la existencia de una isla poblada básicamente por gatos o Una empresa de Japón que adoptó 9 gatos ¡Y aumentó la productividad! La leyenda de los Bakeneko, los temibles gatos de Japón, empezó a aparecer en la literatura de ese país entorno al año 1603, aunque posiblemente se forjó muchos siglos antes. En ese momento se decretó que ningún particular podía poseer un gato y debían liberarse todos, dejando que vagasen por las calles. El motivo fue que las ratas estaban poniendo en peligro la producción de arroz y seda y la única manera de acabar con la plaga pasaba por liberar a la población felina. Los gatos se movían en grupos, aparecían en lugares extraños y de forma inesperada y en ocasiones aterrorizaban a la población, que empezó a tejer historias y leyendas sobre ellos. Su carácter frío y el hecho de que tradicionalmente se les relacionara con la muerte contribuyó a reforzarlas.
Para que un gato cualquiera se convierta en un Bakeneko, pueden ocurrir varias cosas:
– Que el gato cumpla más de 100 años.
– Que llegue a pesar un Kan (esta medida equivale a 3’75 kg.).
– Que se le hubiera permitido conservar su cola larga (a diferencia de los bobtail).
La leyenda de los Bakeneko, los temibles gatos de Japón
– Que se le haya visto bebiendo de una lámpara de aceite (cosa bastante común ya que las lámparas en muchos momentos de la historia de Japón se llenaban con aceite de pescado).
Los gatos que se convertían en Bakenekos adquirían la facultad de hablar y su cola, que podía dividirse, le confería poder: a más divisiones más poderoso era el animal. También podía caminar erguido o volar y su habilidad más terrorífica consistía en adoptar la forma de un ser humano difunto. En ocasiones era el propio Bakeneko el que devoraba a su víctima para adoptar su identidad.
Una de las primeras leyendas sobre los Bakeneko nos cuenta la historia de un hombre que observó como su anciana madre cambiaba de carácter repentinamente y a la vez extravió a su gato. La madre se comportaba de una manera extraña, rechazando la compañía y comiendo sola en sus aposentos. El hombre la espió cuando estaba en su habitación y vio a un gato envuelto en las ropas de la mujer. Entró en la estancia y el gato se desvaneció. Sospechando que podía pasar algo raro, hizo levantar el suelo de madera y, enterrados bajo el tatami, encontró los restos de su madre. El Bakeneko la había asesinado y usurpado su identidad.
Las historias sobre los Bakeneko están en muchos casos unidas a la existencia de las prostitutas en la era Edo y la leyenda más popular sobre esos temibles gatos, implica a esas mujeres que eran vendidas en su infancia y encerradas en barrios de los que era prácticamente imposible escapar. Cuenta que una noche, un cliente visitó a una famosa prostituta y tras la relación quedó dormido. Cuando despertó observó a la chica comiendo con manos y dientes los restos de pescado podrido adheridos a una raspa de pescado. La sombra que proyectaba en la pared no era la de una mujer, sino la de un felino. Había yacido con un Bakeneko y no con una mujer. En el período Edo muchos hombres llevaban a las prostitutas restos de pescado para ver si eran mujeres o gatos, por miedo a ser devorados por éstas.