La vida es lo único de lo que disponemos. El tiempo es finito y, aunque no nos demos cuenta, cada segundo que pasa nos acercamos más a nuestro inevitable deceso. Perdonen la solemnidad, pero pensar en nuestra muerte ayuda a poner en perspectiva nuestra vida y recordar que esta se nos escapa de entre los dedos en minucias y compromisos vacuos.
Por lo general, culpamos a los demás de todo aquello que nos impide cumplir nuestros sueños. Sin embargo, en un gran número de ocasiones –y, cuanto más inseguros seamos, peor– somos nosotros mismos los culpables de que las hojas del calendario vayan cayendo sin que nuestra vida se convierta en aquello que de pequeños pensábamos que iba a ser. Es esa “vida de miniatura” de la que habla el psicólogo David Sacks en un artículo publicado en Psychology Today. Esa vida casi infantilizada se define por querer pasar desapercibido en el mundo, de forma que no nos llevemos ninguna decepción… pero tampoco la satisfacción de haber llegado lejos por nuestros propios medios.
Evidentemente, es muy cómodo esperar a que sean los demás quienes nos den la alternativa, y si no lo hacen, echar la culpa a una supuesta conspiración universal de nuestro fracaso. Claro está que en ocasiones no podemos controlar todos los factores que determinan nuestro éxito –que cada persona define en sus propios términos–, pero si nosotros no tomamos la iniciativa, estaremos malgastando nuestra vida. Sacks propone una lista con estos cinco signos con los que se sentirán identificados aquellas personas conformes con su pasividad.
- Esperas a que todo el mundo te pregunte
Sábado por la tarde. No tienes ningún plan para la noche, y aunque no te importaría quedarte en casa, te gustaría salir de fiesta o a cenar. ¿Qué haces? Si esperas a que el teléfono suene o a que tus amigos te supliquen que les acompañes en su plan, te estás dejando llevar por la corriente. Si tienes miedo a dar tu opinión o a expresar tu desagrado sobre algo, eres una persona pasiva. Es la inseguridad quien dirige tus actos, ese diablillo que te susurra al oído “no llames a tus amigos para salir de fiesta, ¿te imaginas que te dicen que no?” Como explica Sacks, “estás perdiendo oportunidades para crecer, aprender y divertirte”.
- Harás cualquier cosa para evitar una discusión
Tu jefe te desacredita en público, te regaña en privado y hace que trabajes más horas de las que te corresponde. Si tu respuesta es callarte, volver a casa y desahogarte con tu pareja, puede ser que encajes dentro de esta categoría de personas “mínimas”. No se trata de responder a tu superior insultándolo o golpeándolo, pero si no somos capaces de hacernos valer y nos limitamos a quejarnos por la espalda de lo que hacen los demás (algo mucho más irrespetuoso que tratar los problemas cara a cara), tampoco conseguiremos nada quejándonos ante quien no tiene ninguna responsabilidad. El problema es que pensamos que plantear cualquier objeción hará que la otra persona se enoje, que nos despidan o nos odien para siempre, pero, en la mayor parte de casos, es un temor infundado.
- Te centras en las minucias, no en lo importante
¿Alguna vez has tenido la sensación de que pasas más tiempo organizándote que realizando las tareas que realmente te gustan? Si es así, probablemente tengas un problema. Las personas más inseguras sienten que deben tenerlo todo bajo control antes de lanzarse a afrontar un reto, pero debido a que este se presenta amenazador, preferimos seguir haciendo la lista de la compra, escribiendo correos electrónicos prescindibles o haciendo recados. Por lo general, no son más que tristes excusas para evitar enfrentarnos con las dificultades.
- Las críticas no te ayudan a mejorar, sino que te hunden
Cuando alguien ataca o simplemente comenta de forma negativa algo que hemos hecho, sentimos que la profecía se ha cumplido: como siempre hemos pensado, somos unos inútiles. Por ello, evitamos por todos los medios ponernos en una situación en la que nuestro trabajo, o nosotros mismos, podamos ser criticados, y por eso intentamos pasar desapercibidos. Como recuerda Sacks, normalmente las críticas son mucho más constructivas de lo que parecen, sólo que reaccionamos irracional y desmesuradamente a ellas. Para averiguar si estamos sacando las cosas de quicio, la próxima vez que nos sintamos deprimidos por algo que han dicho de nosotros, debemos centrarnos no en las palabras de los demás, sino en cómo nos sentimos y qué tecla han tocado para que estemos así.
- Haces muchos más planes de los que intentas llevar a cabo
Es natural que todos tengamos más planes de futuro de las que somos capaces de llevar a cabo –sí, todos querríamos dar la vuelta al mundo, estudiar otra carrera o visitar a nuestros primos lejanos–, pero si pasas más tiempo pensando en lo que deseas que intentando conseguirlo, es porque te estás dejando llevar. Seguramente tarde o temprano encuentres muchas razones por las que tus planes no se pueden llevar a cabo: una vez más, es nuestra baja autoestima haciendo que nos preocupemos por un hipotético fracaso futuro. Como recuerda Sacks, “la perfección es una ilusión, y virtualmente todas las historias de éxito son precedidas por una lista de errores a veces espectaculares. Prepárate para cometer los tuyos”.
Por Héctor G. Barnés / El Confidencial