Ya han pasado decena de años del final de la Segunda Guerra Mundial, pero los terribles acontecimientos que se produjeron no dejan de sorprender a propios y extraños.
La rendición alemana le puso fin a la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945, desde entonces, expertos han empezado a investigar todo lo que ocurrió durante 6 años de guerra. Las atrocidades de los Nazis al mando de Adolf Hitler no terminan de sorprender, además de las conocidas matanzas, el líder alemán también permitía estas libertades en los campos de concentración de sus hombres.
Después de haber sido ocultado durante mucho tiempo, se ha descubierto que los nazis utilizaron prisioneras en los campos de concentración como esclavas sexuales. Esto con el fin de complacer a los soldados y evitar comportamientos negativos. En total fueron casi 400 trabajadoras sexuales que se sometieron ante la armada nazi.
“Nos dijeron que estábamos en el prostíbulo, que éramos afortunadas. Que volveríamos a comer bien y tener suficiente agua. Si nos comportábamos y cumplíamos nuestros deberes, no nos pasaría nada,” dijo Frau W., una prisionera del campo de concentración nazi de Ravensbrück.
Gran parte de estas trabajadoras sexuales fueron reclutadas por tener un comportamiento “antisocial”. El mismo Hitler definió esta práctica como una forma de incluir a las prostitutas, al grupo de mujeres con lazos políticos sospechosos o relacionadas a los judíos.
Para evitar brotes en los campos de concentración, las prostitutas eran sometidas a pruebas de enfermedades de transmisión sexual cada cierto tiempo. Si alguna de ellas quedaba embarazada, estaba obligada a abortar. “La ironía es que mientras los nazis intentaban regular la prostitución en las ciudades alemanas, la institucionalizaban en los campos de concentración,” dijo Sommer, el presidente de una exposición dedicada al campo de concentración nazi de Ravensbrück.
Según Frau W. los abusos a los que fueron sometidas eran extremos, ella cuenta que trabajaba en una pequeña habitación donde recibió hasta 10 hombres en dos horas. Una de las cosas que más les dolía, es que los guardias a cargo de custodiarlas, veían todo y se reían de ellas.
Por suerte, muchos de los hombres que visitaban a Frau W. eran hombres decentes que solo querían conversar, según cuenta ella misma. Pero eso evito que tenga terribles cicatrices de los abusos que soportó.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, todas las mujeres que fueron esclavas sexuales, fueron olvidadas ya que no se consideraban prisioneras. Son pocas las que se atrevieron a contar su terrible experiencia, la mayoría ha optado por el silencio.