Cuando chocamos con un cristal que no sabíamos que estaba ahí, normalmente lo único que nos llevamos es un buen moratón. Sin embargo, cuando les ocurre a los pájaros, las consecuencias pueden ser mortales.
De hecho, 600 millones de pájaros mueren al año por esta causa en Estados Unidos y Canadá, una cifra mayor que en el caso de derrames de petróleo o pesticidas. Los periodos de migración son especialmente mortales, pues grandes grupos de aves atraviesan las ciudades.
Algunos expertos llevan desde los años 70 trabajando en ello, pero la falta de financiación y el escaso conocimiento sobre la visión de las aves dificultan enormemente la investigación. Aún así, están surgiendo algunas soluciones en el mercado, como un nuevo tipo de cristales con dibujos que los pájaros pueden ver y evitar.
En principio, prevenir las colisiones parece sencillo, bastaría con instalar algún tipo de alarma visual. La opción más sencilla es pegar un patrón de líneas, según los expertos. En ese sentido, las líneas horizontales tienen que tener una separación de cinco centímetros como máximo y las verticales, de diez, pues los animales intentarían pasar a través de espacios más amplios.
Lo que sí que advierten es de que poner una pegatina en forma de halcón u otro depredador en una ventana no es efectivo. El pájaro en cuestión trataría de evitarlo y probablemente acabaría chocando con la ventana en zonas alejadas a la pegatina. Por eso insisten en que lo importante es cómo se coloquen las pegatinas.
Otro problema es que todo tipo de rayas, puntos o pantallas dificultan la visión a través de la ventana; por eso los fabricantes están desarrollando ventanas con dibujos visibles para las aves pero no para nosotros.
La mayoría de las aves pueden ver la luz ultravioleta, mientras que el hombre no y, en consecuencia, se trata de un campo que empieza a ser muy estudiado con esta finalidad. Sin embargo, tampoco es tarea fácil: las especies tienen distinta sensibilidad a esa luz, por lo que dependiendo de la longitud de onda, unas la verán y otras no.
Además, no se trata de una línea de investigación muy trabajada, a pesar de la gravedad de las consecuencias, y no todos los expertos tienen el mismo enfoque, lo que supone una dificultad más a la hora de enfrentarnos a este problema.
Fuente: Natgeo