Los encendedores tienen esa fastidiosa manía de dejar de funcionar cuando más los necesitas. ¿Que vas a encender el fuego de la cocina y no hay una cerilla en toda la casa? pues va y falla. ¿Que vas a prender la barbacoa y es el único encendedor en 5 km a la redonda? pues ahí va y falla también. ¿Qué estás en una antigua cueva Maya rodeado de trampas mortales, sumido en la oscuridad y solo tienes el encendedor para encender una antorcha? pues no lo dudes, va a fallar, aunque en esa situación, probablemente este artículo no sea el mayor de tus problemas. Esta es la ley de Murphy de los encendedores, yo lo he resumido en una pequeña definición:
La probabilidad de que tu encendedor no lleve a cabo el cometido para el que fue creado es inversamente proporcional a la necesidad que tengas de que lo haga.
En cualquier caso, y sea cual sea la situación en la que lo necesites te vamos a enseñar un pequeño truco en 30 segundos para hacerlo funcionar y que puede salvarte de algún que otro aprieto.