i llegaste aquí es porque tu corazón sangra a causa de un temible puñal llamado amor. En una noche de insomnio, en la que todo te da vueltas y no consigues una razón certera para seguir viviendo, te recuestas sobre la cama y comienzas a pensar en todo lo que hiciste mal. Con los ojos cerrados las imágenes del pasado te llegan; ves el engaño, el dolor, pero sobre todo, te ves a ti llorando sin consuelo. Otra vez una angustia infinita, un “no sé qué” que te ataca; una boca seca y unos ojos inundados en lágrimas. De pronto, en tus sueños, sientes una mano firme que toca tu hombro y cuando volteas ves la cara de…
¿Sócrates?
y
Sí, una orden celestial griega bajó del Olimpo para salvarte y no tienes que viajar a ningún lado, puesto que el momento de la revelación es durante tu sueño. Lo único que puedes a decir es: ¿Qué debo hacer?
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Anaximandro
Para Anaximandro, el principio creador de todas las cosas es el aire, que por condensación y enrarecimiento en ciclos infinitamente repetidos, origina a todos los seres y sus diferencias cualitativas. Así que te dice: “Si estás pasando por un momento de tormenta es porque los aires se están acomodando. Entre más movimientos tengan, mayor será el cambio. No tienes de qué preocuparte, este elemento es indomable y de la misma manera serán tus relaciones. Lo mejor es esperar a que todo se calme y ver qué características dejó la tormenta para que vayas siguiendo ese orden, mandato de los dioses”.
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Demócrito
Demócrito desarrolló la teoría del atomismo, diciendo que el mundo está compuesto exclusivamente de átomos en movimiento en un espacio vacío. Estas micropartículas son eternas, distinguiéndose únicamente por su distinta figura, posición y orden. Él te aconseja de la siguiente manera: “Así como tu base es de partículas esenciales, la de la otra persona también lo es, por lo tanto están en constante movimiento. En este ir y venir, puede que aterricen en un lugar que promueva la agonía. Si los átomos se quedan en este espacio, el sufrimiento que se aproxima los transformará y lo que ahora gozas, o lo que tú llamas amor, cambiará de forma. Este proceso es inevitable, pero de ti depende que el espacio que cobije a los átomos sea placentero, para que se detenga ahí el mayor tiempo posible.
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Sócrates
Para este filósofo, el saber era dar a luz un nuevo conocimiento y la mejor manera para darle vida es a través del cuestionamiento. Él fue el padre de la Mayéutica, técnica que consiste en interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un conocimiento aprendido. Él te diría: “¿Quién eres tú y quién es esa persona? Existe entre ustedes un equilibrio que dé razón a la unión de sus cuerpos, es decir, ¿tienen los mismos sentimientos, objetivos y pasiones ante la vida? Si gozan de las mismas pasiones, ¿por qué pierden el tiempo en estar disgustados? ¿ O será que la pasión, cohesión de todos los humanos, ya desapareció y es irremediable la separación? ¿Por qué tienes miedo?”.
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Hablando sobre el concepto del amor, En el pasado no existía esta palabra como la conocemos ahora. Anteriormente este sentimiento era conocido como eros y su concepción sólo reunía las emociones creadas por la atracción sexual y la pasiones carnales. Al parecer a los griegos sólo les interesaba la satisfacción de sus instintos y por eso crearon el hedonismo. Esta corriente ideológica tiene como motivación fundamental que el ser humano esté en una perpetua búsqueda de placer y huya del dolor, o al menos así lo planteó el filósofo Aristipo de Cirene, el fundador de esta escuela.
Para él, el placer —del griego hedoné— es un bien superior. Alcanzar este bien supremo será el principal objetivo vital. El placer es un fin en sí mismo, no un medio para algo más, por tanto, la felicidad consiste en satisfacer todos los placeres de manera inmediata. Es decir, que toda decisión se resuelve siempre con su frase: “La mejor opción es la que me reporte más placer”.
Actualmente, muchas personas se jactan de ser hedonistas y se entregan por completo al sosiego que traen consigo los excesos, justificando sus actos como respuesta a su búsqueda del placer. Quienes actúan de esta forma están caminando en sentido contrario a las ideas que el filósofo griego defendió con tanto esmero y cariño. Con embriagarse hasta perder la razón sólo están traicionando las verdaderas palabras de Epicuro, el segundo pensador que abogó por la escuela del hedonismo, y por eso es justo aclarar de manera concreta los acotamientos de esta filosofía.
Para Epicuro de Samos, existen otras formas de placeres que superan al goce inmediato y sensual que sus predecesores afirmaban. Él entiende el placer como la ausencia del dolor o cualquier tipo de pena. Se distingue de Aristipo de Cirene porque no busca el placer a corto plazo ni inmediato, sino un placer meditado y reflexivo al que sólo se puede se puede llegar haciendo uso de razón. Siguiendo esta nueva línea del pensamiento, no tienes que dejarte llevar por lo que se te apetece en cada momento, sino que debes detenerte y valorar cada decisión, realizando un cálculo racional de las consecuencias que tendrán tus actos. Esta es otra enseñanza que puedes aplicar con tu tragedia amorosa.
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Heráclito
Afirmó que el origen de todas las cosas es la guerra, la lucha y oposición de contrarios de la que surge la armonía, según una inexorable ley que remite a una unidad oculta. Todo pensar se encuentra siempre en la encrucijada de dos caminos: el primero es el camino del uno, “que es y que no es no-ser”. El segundo es el del “que no es y que no-ser es necesario”. Él te dice: “Si estás sufriendo es porque tuviste una confrontación previa y significa que vas por buen camino. Recuerda que debe existir el caos para que surja la armonía. Mi consejo es que sigas combatiendo con esa persona para que se diluyan todos los problemas y el lugar que quede sea de plena tranquilidad. Sólo recuerda que antes de sacar tus armas para combatir, debes reflexionar si lo que tienes en el amor es realmente necesario”.
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Pitágoras
Consideró que el alma era inmortal dado que es un vestigio de los dioses y cuya unión con el cuerpo significaba un hundimiento, una “prueba” de que ésta debía sufrir antes de su definitiva liberación de los ciclos de las reencarnaciones. “Amigo mío, si estás pasando por un momento trágico y la pena te devora, es porque los dioses te mandaron la prueba más grande que tienes que enfrentar. No puedo decirte que el desenlace sea positivo o negativo, porque en realidad eso no tiene sentido. En cambio, te diré que conserves la calma, porque a pesar de que deje de existir su relación, sus almas serán inmortales y tendrán un reencuentro en un plano superior o en otra vida. Entonces tendrás otra oportunidad de volver a sentir la pasión que tanto deseas”.
Fuente: Culturacolectiva