El sexo, ya sea en pareja o en solitario, es un inmenso placer, pero a veces algunas personas se desmadran tanto en el fervor de la batalla que pueden tener que realizar visitas desagradables al servicio de urgencias más cercano.
Éste es el caso de un hombre irlandés al que no le bastó con los esfuerzos de los médicos, que finalmente tuvieron que llamar a los bomberos para que les ayudaran a liberar su pene y su escroto del interior de un aro metálico en el que él mismo lo había introducido inocentemente, buscando un rato de placer que se convirtió en el que posiblemente sería uno de los momentos más desagradables de su vida.
LA DELGADA LÍNEA ENTRE EL PLACER Y EL DOLOR
El caso, que ha sido reportado en el Irish Medical Journal, tuvo lugar en el Hospital de la Universidad Mater Misericordiae, de Dublín, cuando un hombre acudió a urgencias aquejado de fuertes dolores en su pene y su escroto.
Unas horas antes él mismo se había colocado un juguete sexual consistente en un aro de titanioque aprieta la zona genital masculina, favoreciendo que la sangre se concentre y dé lugar a erecciones más duraderas.
Todo parecía ir bien, pero cuando el hombre quiso retirarlo descubrió aterrado que su pene y sus testículos habían quedado aprisionados en el interior del dispositivo, que de repente parecía más un instrumento de tortura que un juguete destinado a originar placer.
Una vez en urgencias los médicos le administraron fármacos para el dolor, pero todos sus intentos para liberar sus genitales fueron en vano, de modo que tuvieron que llamar a los bomberos, que recurrieron a técnicas bastante más drásticas, ayudándose de una amoladora eléctrica de ángulo, similar a las que se usan para cortar materiales duros, como el mármol.
Fue un trabajo complicado, pues la zona genital podía sobrecalentarse, por lo que fue necesario que los médicos trabajaran junto a los bomberos, colocando agua fría en la zona con el fin de evitar subidas de temperatura.
Además, tanto los sanitarios como el paciente tuvieron que equiparse con láminas protectoras para evitar que las chispas resultantes de la maniobra de rescate les ocasionaran quemaduras.
Finalmente lo consiguieron y, pasadas siete horas desde su colocación, el dichoso disco pudo ser retirado, dejando menos lesiones de las esperadas. De hecho, éstas se clasificaron sólo como nivel 2, definido como «edema de pene distal con disminución de la sensibilidad peniana y lesión de la piel y constricción del cuerpo esponjoso, pero sin evidencia de lesión en la uretra».
Pronto el pene recuperó su funcionalidad y todo quedó en un mal recuerdo, que posiblemente nunca se borre de la memoria de un hombre que no ha sido el primero en sufrir las consecuencias de un mal funcionamiento de los juguetes sexuales; ya que, según la Consumer Product Safety Commission, las lesiones ocasionadas por este tipo de dispositivos han aumentado notablemente desde los años 90, siendo las extracciones de cuerpos extraños las que han hecho a más consumidores tener que acudir a urgencias.
Y es que está muy bien innovar en el sexo, pero sin pasarse de la raya. ¡Cuánto daño ha hecho Christian Grey!