En ningún país del mundo es un tema ligero la violación. Y Brasil no es la excepción. Hay un promedio de 420 violaciones cada tres días en el país, y un total aproximado de 50.000 ataques sexuales por año. Así es la vida de mujeres y hombres, jóvenes y adultas en la que será la sede de los Juegos Olímpicos en agosto.
Este lunes recién pasado hubo una protesta contra esta realidad. Pero no cualquiera, sino una protesta distinta, cuando los residentes de Río de Janeiro despertaron con 420 piezas de ropa interior en la playa de Copacabana, la más característica de la ciudad.
Esto se trata de una manifestación a cargo de Río da Paz, una organización que organiza intervenciones diferentes para expresarse contra la violencia, que de distintas maneras, afecta a la emblemática ciudad. 420 bragas que representan el impactante número de violaciones que llega a ocurrir en menos de una semana.
Durante todo el día de ayer permanecieron las piezas de ropa interior, junto a imágenes de diversas mujeres. Una manera de interpretar a las víctimas de estos abusos, quienes muchas veces quedan en el anonimato y en el olvido. Nadie se salva de este tipo de ataques.
El montaje cobró el nombre de Nunca me callaré, a cargo del fotógrafo Marcio Freitas, quien colaboró con la ONG. Estas imágenes tienen 2 metros de alto por 2 de ancho, y representan la angustia sufrida por las mujeres que son víctimas de abuso.
Según el presidente de Río Paz, Antonio Carlos Costa, esta exposición es para demostrar la necesidad de implementar políticas de educación y protección para cada potencial víctima, las que deben ser especialmente dirigidas a comunidades con menos recursos, pues es donde se encuentra la población más vulnerable.
Esta protesta y situación se ha vuelto más urgente en la ciudad después de la circulación del video de la menor violada colectivamente. Su testimonio refleja una impactante realidad que perturba la vida en Río, así como en muchas partes del mundo.
Seguramente esta y otras manifestaciones se harán más presentes en la medida que se acerque la fecha de los Juegos Olímpicos. Pues para muchos, hay otras situaciones que ocurren en Río de Janeiro que son de suma urgencia y deben ser atentidas, más allá del turismo y los eventos de renombre mundial. Hay una crisis, y las violaciones son sólo un trozo de ella.