El sexo es una de las cosas más animales que hacemos las personas, y a veces nos cuesta combinarlo con información verbal. Otras veces sucede lo contrario: identificamos las palabras obscenas con un nivel de liberación tan salvaje y tan básico que parece fuera de nuestro alcance. O poco deseable: creemos que alguien racional, culto o simplemente con buen gusto no debería estropear el ritual amoroso con vulgaridades en voz alta.
Al fin y al cabo, las relaciones sexuales son un tipo más de interacciones. ¿No será un error eliminar una parte tan importante de nuestra forma natural de comunicarnos con los demás? Si quieres pero no te atreves, o si temes que tu pareja no te siga el juego, sigue leyendo.
En ‘Marie Claire’ entrevistaron a Dana Myers, firme defensora de lo que en inglés llaman ‘hablar sucio’, para que orientara al personal sobre las maneras de hacerlo superando la timidez y subiendo muchos grados de golpe la temperatura de la habitación. Sus consejos son plenamente válidos para hombres y mujeres.
Solo hay que decir lo que sientes. Que te gusta la postura, que te encanta cómo te agarra el culo. Si no estás cómodo con esa palabra, prueba otra
Su primer comentario se podría resumir con el famoso eslogan de aquella marca de moda deportiva: ‘simplemente hazlo’: «Muchos se asustan ante la idea y piensan ‘¡yo no puedo hacer eso!’, pero no es más que otra manera de expresarse en la cama. Las mujeres pueden usar lencería, juguetes o su voz, y lo mejor es que cada una lo hará de forma totalmente única. Se puede ser alguien discreto, elegante, y a la vez ser un poco pícaro, vivaracho, sexy… ¡o cualquier otra cosa!».
Si estás leyendo esto es porque no crees que tu forma de ser sea incompatible con un susurro en el momento justo. Myers lo confirma: no te limites. Puede ser tan sencillo como decir lo que quieres. ¿Te estás imaginando algo muy concreto con tu pareja? Prueba a pedirlo. Si lo deseas y se nota en tu actitud, la otra persona no tiene por qué sentirse obligada, ni molesta. A veces lo más placentero, para ellas y ellos, es saber que el otro está obteniendo exactamente lo que quiere. «Decirlo y mostrar tu satisfacción con palabras es excitante». No tienes por qué sobreactuar si no te divierte, pero tampoco calles por vergüenza lo que te gusta. En palabras de Myers, «confía en ti mismo y deja ver un poco al pícaro que llevas dentro».
¿Y cómo se hace eso? «Es una combinación de las palabras, de cómo se dicen y con qué actitud. Usa tu voz tal como estás moviendo tu cuerpo, habla suavemente, mira al otro o cierra tus ojos si te sientes más cómodo. No conviene que te rías histérico mientras estás explicándole a tu amante lo que le vas a hacer, pero tampoco hay ningún problema en una risita divertida si es lo que te sale natural en ese momento».
«No hace falta que te arranques con nada extremo, algo tan inocente como ‘me gusta sentir tu lengua en la piel‘ obviamente significa mucho más. Si aún te parece demasiado, simplemente dile algo al oído. El calor de tu aliento y un par de palabras sensuales encenderán la chispa».
Algunos necesitarán un tiempo para sentirse cómodos. ¿Cuál es el mejor momento, antes de encerrarse en la habitación o en plena faena? Esto es lo que contesta Myers: «Bueno, cuando te acostumbres, te descubrirás a ti mismo hablando sexy durante la comida, ¡lo juro! O en una excursión, dirás algo y le darás una palmada en el trasero. Cuando lo usas como calentamiento estando muy lejos del dormitorio es divertido, descarado, y consigues un estímulo mental que se mantendrá durante todo el día. Para las mujeres es importante pensar en el sexo fuera de la cama, para estar preparadas cuando llegue el momento».
No te pongas presión. Hablar de ‘guarrerías’ es simplemente una forma de conseguir más de lo que te gusta. «Algunos están satisfechos sin ello y hablar es solo un complemento divertido, lo cual es genial, pero también puedes usarlo para pedir lo que quieres o para asegurarte de que el otro siga con lo que está haciendo».
El consejo número uno para los novatos en la charla excitante es este: «Lo más fácil para iniciarse es comprar un libro erótico y leerlo juntos por turnos. Los más tímidos pueden esconderse, literalmente, detrás de las tapas, y al pasarlo de mano en mano el nerviosismo se esfumará y se convertirá en ‘la hora del cuento sexy’, que puede llevaros incluso a escribir alguna historia propia y compartirla con el otro. Tener un papel delante hace más cómoda la situación».
¿Y qué hay de la naturalidad? ¿No se supone que en el sexo hay que ser uno mismo? «Los principiantes deben recordar que se trata de relajarse, no de ser autocrítico«. El relato es una forma de descargar esa extraña responsabilidad que se siente al ser tímido y sentirse obligado a hablar. Ayuda a olvidarse de uno por un rato y centrarse en la fantasía, y en la otra persona.
Un consejo original de esta experta es ensayar en soledad. «Creo que a mucha gente le entra la risa tonta cuando les digo que hablen sexy para sí mismos, ¡pero está bien! Trata de recordar la situación más excitante en la que te hayas encontrado y repásala poniéndole palabras. Relátala. O usa una escena soñada con alguien famoso, es una forma de eliminar el factor miedo de la ecuación. Estás solo, en tu mundo, sin nadie que te juzgue. ¡No te puedes equivocar! Si no practicas, estarás más nervioso en la cama: ‘¿y si no digo lo correcto? ¿Y si se ríe?'».
Pedir más. Describir lo que estás haciendo en ese momento. Animar al otro pidiéndole que lo haga más fuerte, o más rápido o más despacio
Lo que es un error para Myers, y seguramente muchos le den la razón, es pensar demasiado y ser alguien que no se es, o decir algo que no se corresponde con nuestra forma habitual de pensar. «Solo hay que decir lo que se siente. Si te gusta una postura, dilo. Di que te encanta cómo te agarra el culo. Si no estás cómodo con esa palabra, prueba otra distinta. Muchas mujeres se bloquean a la hora de nombrar partes del cuerpo.Algunas palabras les hacen sentirse como actrices porno, poco espontáneas, y es normal».
Pero también puede ocurrir lo contrario: «Si quieres salir del dormitorio y hacer algo más gamberro, también está bien. Lo bueno de practicar solo es que entenderás con qué palabras estás cómodo. No hay que hablar como una teleoperadora erótica si no se quiere. Forzándose a uno mismo solo se consigue distraerse y cerrarse aún más».
Entonces, ¿no hay palabras que valgan para todos? ¿Algo sencillo para empezar? «Pedir más. Describir lo que estés haciendo en ese momento. Animar al otro pidiéndole que lo haga más fuerte, o más rápido o más despacio… Dar instrucciones y reforzar con estímulo positivo. Dirigir al otro suavemente. Una de las formas más fáciles de sentirte poderoso en la cama es describir lo que estás a punto de hacer. ¡Te sentirás como una estrella de rock!