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En diciembre de 1952 una atípica niebla envolvió completamente la ciudad de Londres. Aquella neblina no era común. Era mucho más densa. Y además tóxica.
Durante los cuatro días que duró la conocida como la ‘Gran Niebla de Londres’, 12.000 personas murieron y 120.000 tuvieron que ser hospitalizadas. Entonces nadie supo muy bien lo que estaba pasando. El misterio de aquella tragedia se ha resuelto ahora, 64 años después.
Aquel 4 de diciembre un anticiclón se cernió sobre la capital y los pronósticos hablaban de ausencia total de vientos. La falta de ráfagas propició que se dieran las condiciones perfectas para formar una niebla asesina. Siempre se ha sabido que las grandes cantidades de carbón que se quemaban en las fábricas estaban detrás esta catástrofe.
El humo negro que salía sin cesar de las chimeneas de la industria se quedó impregnado en la humedad y la gente pasó a respirar aquel aire.Ahora unos científicos han averiguado por qué fue tan letal y por qué debemos concienciarnos para que en otras ciudades con excesiva contaminación, como Xi’an y Pekín, no ocurra un desastre similar en el futuro.
El carbón contiene azufre que quemado se transforma en dióxido de azufre, un componente altamente tóxico. Los autores del trabajo publicado en Proceedings of the National Academies of Sciences explican que la niebla no solo favorece que se retengan las partículas tóxicas sino que es caldo de cultivo para que se produzcan reacciones químicas que las mezclan.
En las gotas de agua se unen el dióxido de azufre con el dióxido de nitrógeno —también presente en el carbón— y se transforma en ácido sulfúrico. Cuando el agua de la niebla se evapora la consecuencia es devastadora. El ácido se concentra y las partículas queman los pulmones de la gente.
«Al formarse partículas de ácido sulfúrico a partir del dióxido de azufre que produce las chimeneas de carbón, estas se almacenan en la niebla. No obstante, al secarse el agua de la niebla el ácido se concentra y sus partículas corrosivas quedan adheridas a cualquier superficie con la que tuvieron contacto, desde el asfalto y la ropa de las personas, hasta los pulmones humanos», detallan.
La contaminación ya creó una Gran Niebla de Londres. Ahora se quiere advertir para que no muera más gente por nieblas asesinas en otras ciudades.
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