Ser organizado es algo que la mayoría de padres marcan en la disciplina. Desde muy temprana edad recibimos la enseñanza de procurar mantener el orden de nuestra habitación, de nuestros artículos personales y escolares.
Para algunas personas esto se hace cuesta arriba, su naturaleza no adquirió esa disciplina y su día a día transcurre en medio de un gran caos, de una habitación donde hay cosas por todas partes en la que es imposible encontrar algo y un escritorio de trabajo donde nada tiene un lugar establecido.
¿Pero puede haber alguna característica positiva detrás de alguien muy desorganizado?
En la mayoría de los casos juzgamos a estas personas como desequilibradas e inestables. Recientemente, la psicóloga Kathleen Vohs de la Universidad de Minnesota, en compañía de Joseph Redden y Ryan Rahine, realizaron un trabajo de investigación y los resultados te van a sorprender. Consistió en tres experimentos.
Te contaremos uno de ellos, en el cual en dos habitaciones, una ordenada y la otra desordenada. Dividió un grupo de 48 participantes y les pidió encontrar maneras distintas de utilizar una pelota de ping pong.
Un grupo estuvo en la habitación desordenada, y la otra mitad en la que todo estaba en orden. Ambos grupos generaron la misma cantidad de ideas, pero al ser evaluadas por un grupo de jueces aislados al objetivo del experimento, concluyeron quelas ideas más innovadoras fueron desarrolladas por quienes estaban en la habitación desordenada.
Por tanto, Kathleen Vohs concluyó que el ambiente donde reinaba el caos y el desorden contribuye con el pensamiento creativo, y esto parte vital para las organizaciones, para la sociedad: la creatividad es indispensable para crear ideas productivas, para optimizar los recursos, innovar y otros innumerables efectos positivos.
Y solo es posible ser creativo cuando nos liberamos de los esquemas, de los paradigmas que nos conducen a tener un pensamiento cerrado a las nuevas ideas, o búsqueda de nuevas soluciones para enfrentar los problemas. El desorden ayuda a contribuir con esa función cerebral que pone a trabajar nuestro hemisferio derecho y produce ideas grandiosas. Puedes leer los tres experimentos realizados aquí.
Por eso, los niños aman estar en un ambiente donde reine un pequeño caos de juguetes o existe desorden. Ellos trabajan continuamente con su pensamiento libre y creativo. Tenemos que seguir siendo niños, jugando y crear el mejor ambiente para trabajar donde podamos abrir paso a las ideas.
En el se orden promueve la lógica, lo convencional, los estereotipos establecidos y hacer todas las tareas en base a las reglas. En algunos casos, hay quienes logran fusionar las dos cosas y es maravilloso, quien entre el orden sabe incluir un espacio para la creatividad. Porque sin duda es más cómodo, higiénico y favorable trabajar en un lugar ordenado.
Si te preguntas exactamente a qué se refiere el pensamiento creativo, es pensar fuera de las líneas, más allá de lo convencional. Y ¿Cómo favorece el desorden a desarrollarlo? Pues con el esfuerzo que debe hacerse para ubicar las cosas de forma creativa ya que nada está en su lugar.
Pero detrás de un escritorio desordenado, se esconde un sistema de “organización” que es genial, porque se tiene todo bajo control, nada tiene un lugar asignado y la persona está obligada a buscar formas innovadoras de colocar cada cosa. De hecho la montaña de papeles que siempre estará a mano será el trabajo más urgente y de este modo es algo obligatorio priorizar las tareas. Así que dependiendo de la persona, esto puede promover su eficiencia.
Algunos pensadores reconocidos han trabajado en escritorios muy desordenados como por ejemplo Alan Turing, y JK Rowling lograron el éxito a pesar de tu gran desorden.
Las personas que padecen este trastorno, enfrentan las críticas constantes de las presiones sociales, quienes viven así generalmente son muy espontáneos, ellos van por la vida relajados con la corriente. Son aventuraros y adaptables, en algunos casos a cualquier entorno.
A veces hace falta romper un poco con lo rutinario, disfrutar las pequeñas cosas y darle libertad a nuestro niño interior.