El sitio norteamericano The Intercept, consiguió un catálogo interno del gobierno de Estados Unidos que contiene docenas de dispositivos de vigilancia usados por las agencias militares y de inteligencia. El documento está cargado con información que jamás se ha divulgado y revela las capacidades de espionaje de los agentes federales y la policía local dentro de Estados Unidos.
El catálogo incluye detalles acerca de Stingray -una marca conocida de sistemas de vigilancia- como también de cajas DRT Boeing, que son simuladores de señales de celular. También hay docenas de otros dispositivos de oscura naturaleza, hechos para ser instalados en vehículos, drones y aviones.
Algunos están diseñados para ser usados en lugares fijos, mientras otros se pueden transportar discretamente por un individuo. Los aparatos tienen nombres, como Cyberhawk, Yellowstone, Blackfin, Maximus, Cyclone y Spartacus.
Dentro del catálogo, uno de los dispositivos es comercializado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (National Security Agency NSA), otro fue desarrollado para uso de la CIA y otro, creado para requerimientos de fuerzas especiales.
Casi un tercio de las entradas del catálogo son equipamientos que parecen no haber sido jamás descritos para el público.
Algunas tecnologías de la lista pueden ser utilizadas para geolocalizar a personas a través de sus teléfonos móviles, escuchar llamadas e intervenir mensajes de texto. Dos sistemas describen la habilidad para extraer archivos, contactos y notas, como también recuperar SMS borrados.
La publicación afirma que los dispositivos están siendo progresivamente colocados en manos de los departamentos de policía de EE.UU. en pos de “combatir el terrorismo”.
Ejemplo de eso fue lo ocurrido a inicios de este mes a propósito del tiroteo de San Bernardino, California, que derivó en llamados a diversas entidades para aumentar sus facultades de control del terrorismo, proceso que históricamente ha involucrado la adaptación de tecnologías militares para un uso civil.
SEGURIDAD Y PRIVACIDAD
En tanto eso ocurre, grupos de presión pro-libertades han levantado la voz para detener el empleo de equipos de vigilancia en celulares y generar un debate más profundo sobre las brechas entre la seguridad y la privacidad.
“Ha habido una tendencia a lo largo de estos años, desde el 11-S en adelante, de traer a Estados Unidos tecnologías sofisticadas para uso militar como Stingrays o drones o la biometría”, plantea Jennifer Lynch, abogada de la Electronic Frontier Foundation. La organización ha emprendido una batalla legal para desafiar el uso de mecanismos que permiten escuchar conversaciones en aparatos celulares.
El catálogo también muestra antenas de celular simuladas, que operan disfrazadas como las que utilizan grandes compañías de telecomunicaciones en EE.UU., como Verizon, AT&T y T-Mobile. Éstas permiten que, luego de que una persona se conecta a la red intervenida, se emita un código único de identificación para facilitar la ubicación exacta del celular.
Aunque en la descripción de los equipos se entregan guías para usarlos con el aval de una autoridad militar bajo la ley estadounidense que gobierna las operaciones militares y de inteligencia, en el plano doméstico no existe forma de regular su aplicación, plantea la abogada Lynch. Existen muchos casos en que no existen órdenes judiciales y que han devenido en violaciones al derecho consagrado por la Cuarta Enmienda de la Constitución estadounidense, que prohíbe los allanamientos y registros ilegales, y protege la privacidad.
El Ciudadano
Texto y traducción: C. Chacón, M. Rojas.