Desde que Trump asumió como el Presidente de los Estados Unidos, los rumores acerca de lo que pasa dentro de la Casa Blanca van y vienen. ¿Es que de verdad pasa algo raro con Rusia? ¿Qué ocurrirá al final con la famosa muralla? ¿Seguirá tentando a los países con armas nucleares? ¿Van a hacer algo cerca de Norcorea? Pero quizá la inquietud más fuerte de los que siguen la política estadounidense como un reality show es: ¿Qué pasa con Melania?
Melania Trump ya era famosa como modelo antes de casarse con uno de los hombres más ricos de Norteamérica y las malas lenguas dicen que ser Primera Dama no la tiene muy convencida. ¿Qué mayor riqueza o popularidad podían ofrecerle?
También es cada vez más fuerte el rumor de que no estaría muy feliz con su matrimonio, sobre todo desde que se reveló la famosa grabación de su esposo el 2005, diciendo: “Cuando eres una estrella te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa”.
Y ya sabemos a que se refería con “cualquier cosa”.
Esa y varios otros dichos de su esposo habrían hecho sentir a la Primera Dama que El Donald estaba faltándole el respeto a su matrimonio y explicarían porqué prefirió en principio resistirse a la mudanza a la Casa Blanca.
Pero no explica completamente la frialdad entre ella y su marido.
Uno de los precios a pagar por el poder político de su nueva posición es quedar expuestos al análisis de todo el mundo y no sólo psicólogos expertos en lenguaje corporal han notado que existe una peculiar distancia entre Donald y Melania Trump que no se vio en matrimonios presidenciales anteriores, como los de George y Laura Bush o Barack y Michelle.
Aparentemente, alguien le hizo el alcance a la pareja, porque para el Día de la Madre, Melania Trump hizo una aparición especial (y fabulosa) para agradecer a las madres de los militares. El Presidente hizo una introducción y la presentó como su hermosa e “increíblemente popular” esposa.
Es su tercer discurso desde que su marido ganó las elecciones y a pesar de que leyó de una hoja, el público felicitó su candor y reconoció sus palabras como sinceras.
Eso sí, antes de comenzar a hablar la pareja se acercó como en cámara lenta, espaldas rectas y estirando el cuello.
El rostro de Melania estaba cubierto por su cabello, pero la cara de Trump dejó a los presentes con muuuchas preguntas.
La primera de todas: ¿Realmente así es como besas a tu esposa con la que ya tienes un hijo? ¿O es que las cámaras los ponen nerviosos?
A pesar de lo que parece, finalmente Trump besó a su esposa en la mejilla, quizá para deliberadamente aumentar la confusión de todos los presentes.
Inmediatamente después, antes de que cualquier periodista pudiese reaccionar al incómodo momento, Melania admitió que no sabía lo que sufrían las madres de los soldados, pero podía empatizar porque también tenía un hijo y continuó rápidamente con un sentido discurso que sacó aplausos.
Es claro que Trump tiene una bella y eficaz Primera Dama a su lado. ¿Pero estará él a la altura?
Sólo el tiempo lo dirá.
VÍA UPSOCL