La noticia del terremoto que azotó a México el pasado 19 de septiembre causó un fuerte impacto en personas de todo alrededor del mundo. Y es que la desgracia fue evidente; cientos de muertos, miles de damnificados, ciudades destruidas, y un pueblo entero con el corazón partido en dos. Actualmente, los mexicanos se encuentran todavía ayudando a retirar escombros en lo que significa el comienzo de la reconstrucción de las ciudades afectadas. Y aunque es mucho lo que se puede hacer para ayudar, hay daños que son simplemente irremediables.
Uno de ellos, tal vez el más emblemáticos de este terrible desastre natural, es el caso de un hombre colombiano que se encontraba en Cali cuando el terremoto de 7,1 grados devastó la localidad de Tlalpan en Ciudad de México. Sus hijos Andrés y Jimena, de 11 y 6 años respectivamente, no quisieron ir a la escuela ese día.
Julián Astudillo, el padre de Andrés y Jimena, declaró a medios colombianos cómo sucedieron las cosas la mañana en que se enteró sobre el sismo. Narró que de inmediato llamó a la madre de los niños. Ella le explicó que no habían querido ir al colegio y que iba camino a verlos a casa. La tragedia comenzó en ese momento.
“Se quisieron quedar en casa y sucedió lo que sucedió. De un edificio de tres pisos, se les cayeron encima. Estaban asfixiados y los más doloroso es que murieron abrazaditos”, relató Julián al diario colombiano El Tiempo.
“Los niños se escuchaba que gritaban. De dos a seis de la tarde del martes, se escuchaban de sus gritos. Pero luego ya dejaron de escucharse”.
Astudillo además explicó que si sus hijos hubiesen estado en la escuela, nada de esto hubiese ocurrido. “Al colegio no le pasó nada”, señaló. “Pero ese día dios los llamó, necesitaba a mis muchachos”.
Vía Upsocl