El 4 de marzo de 2005 fue uno de los días más duros para el actual director de Bienvenidos, Mauricio Correa, ya que en esa fecha fue diagnosticado de leucemia, un cáncer que afecta a los glóbulos blancos.
De acuerdo a su propia historia recordada la mañana de este miércoles en el matinal de Canal 13, Correa aseguró que ese día iba al oftalmólogo, sin embargo, horas más tarde se enteró de la inesperada noticia.
“Un día fui al oculista a las dos de la tarde y a las cinco de la tarde tenía leucemia. Uno entra en estado de negación primero. Yo esto nunca lo he contado, pero tenía que ir a trabajar el lunes al canal y tenía que empezar la quimioterapia, y fue muy impactante entrar al ascensor del canal y ver que la Jackie -que era la productora del Buenos Días– había puesto una cadena de oración por mí. Pensé ‘cómo pudieron haber puesto esto si estoy bien’, en verdad estaba gris”, comenzó explicando.
“Pero yo estaba convencido de que las muestras se habían cruzado porque yo iba al oculista, había cumplido 40 años, y a las cinco de la tarde alguien te dice, ‘sabe que tiene leucemia y tenemos que ver qué tipo, lo vamos a estudiar y el lunes tenemos que empezar con la quimio’”, continuó.
Además, agregó que su mujer fue fundamental en este proceso que duró ocho meses y que tuvo el apoyo de toda su familia, amigos y colegas de trabajo.
“Hubo gente que me dio esperanzas, por ejemplo el marido de la Tonka. Él me dijo ‘mira yo creo que vas a pasar por esta etapa’. Dos personas me dieron fe, Marco Antonio y Adolfo Errázuriz, un amigo mío, que me vendió todo un cuento de que esto era muy simple, que era como un resfrío porque un familiar de él había pasado por la misma enfermedad”, señaló.
También contó una divertida anécdota con Felipe Camiroaga cuando estaba en tratamiento.
“Felipe una vez me fue a ver a la casa y le dijo a la Verito que ojalá le cocine puré picante con plateada, porque a él le gustaba mucho. Cuando estábamos todos sentados en la mesa dice ‘Mauricio, no te preocupes por nada porque si tú te mueres, yo me voy a casar con la Vero y me voy a hacer cargo de tu familia’. Fue lo peor que me pudieron haber dicho, fui, cerré la puerta, pegué un portazo y lo eché de la casa… no lo vi en dos meses. Me enojé porque pensé que se quería quedar con todo”, dijo entre risas.
Sin embargo, no todo fue tan simple mientras luchaba para vencer el cáncer, ya que en varias ocasiones vivió discriminación por otras personas.
“A veces tenía que hacer trámites y yo cada vez que tenía que subirme a un ascensor tenía que ponerme una mascarilla, y estaba pelado y sin cejas, y la gente se bajaba del ascensor. Me pasó en dos oportunidades. Yo creo que ellos pensaron que los podía haber contagiado porque estaba pelado, sin cejas y además estaba medio gris. No los culpo, pero eso hace mal”.
Finalmente, Mauricio realizó una reflexión sobre las personas que sufren por cosas simples, para hacer un llamado a disfrutar más la vida y no enfocarse en cosas sin importancia.
“De repente la gente me iba a ver y lloraban, pero lloraban por sus problemas, no por mí. Ahí te empiezas a dar cuenta de eso, de que las personas tienen una angustia y tienen problemas típicos de los seres humanos y lloran por eso. Yo lo encontraba ridículo (…) Además que todo el mundo pensaba que yo me podía morir con la enfermedad, pero yo no quería que nadie usara mi control remoto, yo no quería eso porque si alguien usaba mi control remoto iba a estar al lado de mi mujer, y no quería eso. Mis hijos estaban todos chicos, entonces todos me decían ‘tienes que luchar por los niños’ (…) Lo que te mata no es la quimio, es lo colateral, es que llega un minuto que no quieres más guerra“, finalizó.