El día en que Silvio Rodriguez escribió «ojalá»

Ojalá, a simple oído es una canción romántica

El día en que Silvio Rodriguez escribió «ojalá»

Autor: Ciudadano

Ojalá, a simple oído es una canción romántica. “Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan, para que no las puedas convertir en cristal.”, así arranca el poético tema de Silvio Rodríguez. El signo de interrogación comienza a dibujarse sobre uno, cuando escuchamos el coro: “…ojala se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta; ojalá pase algo que te borre de pronto…” ¿qué pasó aquí? ¿Quiere eliminar a la muchacha el cubano? ¿El recuerdo de ella lo atormenta? Al parecer es así. Sigamos.

La siguiente estrofa se corona con “…ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado, ojalá que el deseo se vaya tras de ti, a tu viejo gobierno de difuntos y flores.”, y vuelve a malograrnos el videoclip mental que ya íbamos reproduciendo mientras asumíamos que hablaba de una mujer que le rompió el corazón. ¿De quién habla ahora…?

Imagino que estarás diciendo “¿este idiota no sabe que Silvio Rodríguez se caracteriza por componer incrustando ideas en sus canciones para que quien las oiga las interprete?”. Pero mis cuestionamientos no son propios de la ignorancia de alguien que no es un analista literato-musical de su obra. “Ojalá” ha sido uno de los temas con más interpretaciones líricas en el menú del trovador. Hasta se decía que estaba dedicada a Fidel Castro tras la revolución, una hipótesis no tan jalada de los pelos. Otras teorías decían que estaba dedicada algún país de este lado del mapa que vivía bajo la opresión de un dictador, otras más que a Kennedy, y había quienes hablaban de una suerte de mensajes codificados a quien sabe quién.

Dejemos que sea el mismo Silvio quien nos cuente cómo nació tan hermosa canción. “Ojalá, yo la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el ejército, haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años, fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primer amor que me enseñó cosas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a César Vallejo. Después nos tuvimos que separar, estaba estudiando medicina y en fin, no le cuadró. No sé por qué estudió medicina, cosa loca de ella, en realidad siempre fue de letras. Después estudió letras, se fue a su pueblo Camagüey, a estudiar eso y yo me quedé solo aquí en La Habana, totalmente desolado. Pasaron los años y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil (ojo, no confundir con utilitario), enriquecedor, de aporte a uno… pues, estaba obsesionado yo con esa idea. Y porque fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo otro…”, expresa el cantautor.

Y ¿qué fue de aquella mujer? Ella es ahora profesora de Filología en la Universidad de Camaguey, ¿su nombre? Emilia Sánchez Herrera, y si leyó el libro “Silvio para Letra y Orquestas” (Zapata; 1996), ya se habrá enterado de que es ella la musa de una de las más hermosas canciones en nuestro idioma, así como también de “Emilia”, “Te doy una canción” y “Josah es la que pinta”. Gracias Emilia, esta canción es para ti:

Vía: OvejaNegra


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