Soy escritora, de modo que había pasado una dura semana mirando a la estática pantalla de mi computadora. Cuando te has privado de contacto humano durante días, el intercambio de miradas es intenso e inquietante.
¿Quién era esa misteriosa criatura con la que sin querer hice contacto visual? Estaba un poco avergonzada y ciertamente, excitada.
Tome un sorbo de vodka, exhalé y mire de nuevo. Era la Dj y no dejaba de mirarme. Esta vez no dude. Sólo deje que las cosas sucedieran.
Pronto ella me desnudada con la mirada, lenta y cuidadosamente. No era nada parecido a esa situación que pone los pelos de punta cuando alguien invade tu espacio personal con una mirada agresiva en el vagón del metro.
Y me gustó. De hecho. Amé cada segundo de eso. Nuestros ojos estaban hablando un lenguaje sin palabras hecho de puro deseo y química.
Pronto comenzamos a tener sexo con la mirada. Y eso despertó algo extraño en mí.
Y es que es tan extraño tener al menos un sano contacto visual en esta oscura y solitaria era digital.
¿Será que f*ollar con la mirada sea un arte extinto? Ya no nos miramos a los ojos, así que difícilmente tendremos algo más.
Será acaso que estemos colectivamente insatisfechos en lo sexual debido a que tememos mirar a los ojos de los demás? Y es que ¿Cómo habríamos de tener vidas sexuales reales, apasionadas y comprometidas cuando nos aterramos ante el contacto humano es su más pura forma?
El contacto visual es instintivo
El contacto visual echa abajo toda la mie*da de la que nos hemos vuelto tan dependientes. Perderte en los ojos de alguien permite ver la humanidad cruda y real de una persona.
Cuando te sumerges en los ojos de alguien, puedes ver a la persona sin filtros ni hashtags. Eso nos lleva de vuelta a un estado instintivo y primario.
El contacto visual demuestra poder (y lo afirma).
El poder – cuando se usa correctamente- es sensual y sexual. Y el sexo, después de todo, es el intercambio de poder por excelencia.
Cuando alguien te mira fijamente y tú correspondes sin temor, estas permitiendo que la otra persona entre a tu preciosa burbuja. Eso te hace vulnerable porque te estás abriendo voluntariamente ante alguien y dándole poder sobre ti.
El contacto visual crea cierta inquietud agradable
El sexo con miradas cultiva cierto nerviosismo difícil de reprimir y retira todos nuestros vendajes hechos de falsa confianza para hacernos sentir nerviosos.
Yo en lo personal, amo sentirme así porque me saca de mi zona de confort. Cuando nos excitamos, hay también cierta dosis de inquietud. Y es eso lo que cultiva la pasión.