El ganador del premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denunció en 2019 la forma en la que operan las grandes farmacéuticas dentro del sistema capitalista, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades porque curar no es tan rentable como la cronicidad.
En esta entrevista publicada originalmente por el diario español La Vanguardia, Roberts señaló que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no sean investigados. Y se preguntó hasta que punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia.
«He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad… Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento», expresó.
Cuestionó que la industria farmacéutica apoyan las investigaciones para cronificar las enfermedades «y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo».
En tal sentido, manifestó que la salud no puede verse como un negocio ni para ganar dinero. «Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos».
Expuso que un ejemplo de abuso es que se ha dejado de investigar antibióticos porque curan y son efectivos.
«Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas», explicó.
Agregó además que se debería apoyar la investigación básica y apostar a los resultados inmediatos.
Finalmente, consideró que los políticos son dependientes de las multinacionales farmacéuticas y no les interesa desarrollar, investigar o denunciar.
«Los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos… Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras», culminó.
Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.
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