Ya en su primera incursión en la pantalla chica llamó la atención por su belleza. Sus piernas largas, sus labios carnosos, sus rasgos delicados. Con 18 años, participó en solo dos capítulos de la serie infantil Icarly, de Nickelodeon, en la que encarnó al amor platónico de uno de los personajes principales, Gibby. Cada aparición suya en escena robaba miradas, cautivaba.
Cada suceso en su vida transcurrió a toda velocidad. Para Emily Ratajkowski primero fue el modelaje, después la actuación para volver de nuevo al modelaje. Con solo 14 años era una de las adolescentes más requeridas por marcas como Carl’s Jr., Forever 21, Nordstrom y Frederick’s of Hollywood.
Sin embargo, una vez llegada la mayoría de edad, decidió dejar las campañas y los desfiles a un lado para priorizar su carrera actoral. «Desde siempre me gustó el teatro, el ballet y hasta jugué fútbol. Mis papás no querían que fuera modelo», le contó por entonces a la revista Rolling Stone.
Su breve paso por la pantalla chica llamó la atención, pero su real salto a la fama llegaría gracias a su participación en el videoclip del hit Blurred Lines, interpretado por Robin Thicke y Pharrell Williams. Mientras los artistas cantan, a su alrededor circulan, bailan, se dejan seducir por los cantantes, tres mujeres con curvas pronunciadas, desnudas, solo con zapatos y bragas. Entre ellas, Emily Ratajkowski.
Cuando le ofrecieron el papel, después de haber participado en un clip Somebody de Maroon 5, lo rechazó. «El papel parecía bastante loco. Eran chicas desnudas bailando alrededor y no sabíamos cómo iba a resultar. Dos días después de rechazarlo, la directora Diane Martel llamó a mi agente. Quería conocerme. Realmente nos llevamos muy bien. Entonces, cuando arreglamos la tarifa, pensamos: ‘Bueno, no puede hacerte daño. Es muy gracioso porque obviamente no me lastimó en absoluto'», comentó.
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La industria de la música se escandalizó por el video. Por su deliberada exposición, por su presunta misoginia, por su cosificación. La productora se anticipó a las críticas y en el mismo día filmaron dos videos. A Blurred Lines le continuó una nueva versión censurada. Los mismos cantantes, las mismas chicas, los mismos movimientos, pero sin dejar ninguna parte íntima al descubierto. Más bien, el mismo video pero sin mostrar los pechos de las mujeres.
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Pocos meses después de la conmoción que generó el video, Ratajkowski -de apellido polaco, pero nacida en Londres- fue elegida por la revista Esquire como una de las mujeres más sensuales del mundo. Un año después, como si fuera poco, la revista GQ la eligió, ya sin lugar a dudas, como la más sexy del planeta.
En 2014, desembarcó en el cine. Formó parte del reparto de Gone Girl. la última película de David Fincher. Interpretó a una estudiante de universidad que tiene un amorío con su profesor, el protagonista que encarna Ben Affleck. A tal hito le siguieron infinidad de portadas de las revistas de lifestyle más prestigiosas: Vogue, GQ, Cosmopolitan, ES Magazine, Harpers’s Bazaar, entre muchas otras.
Poco a poco Emily Ratajkowski dejó de ser reconocida por su nombre. Emrata, su marca registrada, tomó su lugar. Supo capitalizar su figura en las redes sociales. Comparte imágenes de su día a día, campañas fotógraficas, en hoteles boutiques, en sus vacaciones con 12,5 millones de usuarios en Instagram, más de un millón en Twitter, otros tantos millones en Snapchat. La red social como plataforma empresarial. Como un negocio millonario.
Pasaron 4 años del video. Emily Ratajkowski, Jessi M’Bengue y Elle Evans. De las tres, la única permanece en las primera planas es ella, aunque el recuerdo que guarda cambió. «Yo no estaba muy interesada al inicio. Ahora, es la desgracia de mi vida. Cuando alguien viene a mí y me pregunta sobre Blurred Lines, me quedo como: ‘¿Estamos seriamente hablando de un video de hace cuatro años?'». Su bálsamo inicial y, hoy, su desgracia.
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