Comprometerse a temprana edad implica asumir una responsabilidad que trasciende no solo la formalidad de una familia, sino los gastos que derivarían la constitución de un hogar. Sin embargo, las realidades en los países varían según sus culturas. En América Latina los matrimonios se dan en pareja jóvenes, pero en el continente europeo las relaciones amorosas consolidadas comienzan a partir de los treinta años de edad.
Un estudio en el Reino Unido reveló que tres de cada 10 personas en el grupo de edad de entre 25 y 34 años aún conviven con su padres y dependen económicamente de ellos. Otros manifestaron que han ahorrado lo suficiente para enfrentar la constitución de una familia e independizarse.
La encuesta realizada por ClearScore demuestra que a partir de los 31 años de edad y por distinta razones, los jóvenes se atreven a pedir un crédito bancario para hacer altos gastos que están vinculados a impulsar proyectos de vida.
Según las respuestas obtenidas del cuestionario muestran que después de la tercera década, los británicos toman decisiones que aumentan los gastos de vida, debido a que planean casarse, pagar luna de miel, comprar casa y tener hijos.
Justin Basini, director ejecutivo de la firma precisó que muchas de las decisiones son tomadas al mismo tiempo y en períodos de vida muy cercanos, derivando en que las personas gasten mayor dinero del que solían desembolsar en su existencia.
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