Relajarse con una suave sinfonía de Mozart puede bajar la presión arterial tanto como cortar el consumo de sal en la dieta y hacer ejercicio, según indica un nuevo estudio
Los científicos alemanes, autores de la investigación, dieron a escuchar la sinfonía Nº40 de Mozart en Sol menor, bailes de johann Strauss y canciones de ABBA a 60 voluntarios monitoreado su presión arterial antes y después del experimento.
Descubrieron que Mozart bajaba la presión sistólica (la presión en las válvulas del corazón cuando el corazón late) en unos 4.7 mm Hg y Strauss un 3.7 mm Hg sin embargo el grupo de pop sueco no causó ningún efecto significante.
La presión diastólica (cuando el corazón descansa entre latidos) también cayó por 2.1 mm Hg con Mozart y 2.9 mm Hg con Strauss.
Estudios previos han demostrado que el ejercicio aeróbico como la bicicleta, el trote y la caminata tienen impactos similares a la hora de bajar la presión. La reducción de sal a 6 gramos por día baja la presión sistólica entre 7 y 4 mm Hg.
“por siglos se ha sabido que la música tiene un efecto en los seres humanos. En la antigüedad la música era utilizada para mejorar el rendimiento en atletas durante los juegos olímpicos” dice el investigador principal del estudio Hans-Joachim Trappe, de la Universidad de Ruhr en Alemania.
“En nuestro estudio, escuchar música clásica dio como resultado una baja en la presión arterial y la frecuencia cardíaca, las que fueron claramente expresadas por la música de Mozart y Strauss»
“La música de ABBA no mostró, o quizás muy leves efectos en la presión arterial y frecuencia cardiaca. Esto puede deberse a factores emocionales, pero por otra parte el uso de palabras puede haber tenido un rol negativo”
Los investigadores concluyeron que para ser de beneficio, la música debe ser en una clave agradable, de composición virtuosa, tener un volumen y ritmo consistente, desprovisto de secuencias vibrantes, sin lírica y haber conseguido cierto grado de fama y popularidad.
La investigación fue publicada en el journal Deutsches Arzteblatt International.
Vía Daily Telegraph Science