Basta con salir a la calle para comprobar que existe un gran número de tipos que disfrutan de mujeres que, evidentemente, no se merecen. ¿Injusto? Sin duda. Pero en lugar de quedarte en casa masticando la rabia, prueba a pasarte a su bando.
Nos hemos propuesto convertirte en un auténtico triunfador con la ayuda de conceptos del coaching y la Programación Neurolingüística (PNL). De entrada, este desmontemos algunos tópicos erróneos: aún nos dejamos llevar por el machismo, partimos de la idea de que nosotros somos los cazadores y ellas una especie de frágiles víctimas. Y, como consecuencia, evitamos acercarnos a las mujeres para no asustarlas. En cambio, es interesante abordar a las desconocidas de forma que nos perciban como hombres sexuales, no cómo a un amigo más.
HACIENDO AMIGOS
Uno de los ejercicios para aprender a romper el hielo es salir a la calle y tratar de entablar conversaciones, tanto con hombres como con mujeres. Existe una barrera social que nos impide hablar con desconocidos. Pero la gente no muerde, así que no hay ninguna razón para no hacerlo. Esta técnica te ayudará a superar la timidez y el miedo a relacionarte. Una vez dominada la estrategia del acercamiento, podrás emplearla para otros propósitos menos inocentes…
Eso sí, en esta primera etapa, queda terminantemente prohibido ligar. Cuando uno intenta flirtear suele estar tenso, y eso se nota. Lo básico en esta fase es aprender a hablar con todo el mundo. Céntrate en ello.
ROMPIENDO EL HIELO
Pongamos que hay una chica que te gusta y con la que has usado tu recién adquirida técnica para acercarte a ella. No te relajes: todavía te queda hacer lo más difícil. Intenta que la conversación sea graciosa (sin pasarte) y que ella participe (así sabrás si te sigue el rollo o no). Lo mejor es explicar anécdotas cortas que le den la oportunidad de responder, o hablar de generalidades sobre las que ella pueda dar su opinión. Prueba, por ejemplo, con frases del tipo «aquí la gente es más fría que en otras partes del mundo; pero se vuelve muy abierta cuando la conoces». Seguro que ella tiene una teoría sobre el tema y, si entra al trapo, tenéis conversación para un buen rato.
OLVÍDATE DE…
Invitarla a copas es suplicarle que te preste atención. Resulta patético. Es algo que un hombre de verdad nunca haría (es una opinión, ¡eh!). También suspenden los que leen los subtítulos en vez de atender a la película. Es decir, los que deslizan su mirada hacia el escote o las piernas en lugar de mantenerla fija en el rostro de su acompañante.