Fray West, de 69 años, realizó un viaje de 600 millas en su canoa de madera hecha en casa con el objetivo de ayudar a salvar las 300 focas monje del Mediterráneo que quedan en el mundo.
El aventurero británico Fray West emprendió un viaje épico por el Peloponeso, una gran península griega, en su canoa hecha a mano con una sola misión: ayudar a salvar la foca monje del Mediterráneo, uno de los tipos de focas más difíciles de detectar en Europa.
Después de planear el viaje por 15 años, el hombre de 69 se embarcó en un viaje de casi mil kilómetros para encontrar algunas de las únicas 300 focas monje del Mediterráneo que quedan en el mundo.
Recreando un enorme viaje en canoa que hizo en su juventud, West centró su atención en rastrear a los animales, que solo se pueden encontrar en aguas cálidas.
Pero el hombre sufrió una serie de reveses, al punto de casi morir, y regresó al Reino Unido sin siquiera vislumbrar el una sola foca.
Durante sus tres meses y medio de viaje se enfrentó a todo, desde ataques de perros salvajes hasta «vientos inusualmente fuertes» y grandes olas.
Se las arregló para remar desde Patras a Kalamata, perdiendo parte de la ruta donde pudo haber visto algunas focas. Fray casi se ahogó en el mar luchando por volver a la orilla mientras los vendavales azotaban las olas. Fue atacado dos veces por manadas de perros salvajes y se vio obligado a luchar contra ellos con una mochila y una «lanza» de bambú.
También estuvo impedido de salir de su autocaravana por un tiempo prolongado, con el temor de que las pandillas ambulantes lo dejaran sin nada mientras él estaba fuera.
Incluso sufrió una serie de contratiempos antes de partir, lo que lo obligó a posponer su misión durante varios años. Incluyeron lesiones, problemas de transporte y daños a su canoa de madera que él mismo construyó.
Debía irse hace un año, pero sufrió una torcedura en el cuello en un accidente automovilístico solo cuatro días antes de emprender el viaje.
Fray dijo: «Quería tener una última aventura. Quería encontrar las focas, así como promover mi Red Internacional de Acción de Conservación para que finalmente podamos obtener la tierra para el proyecto de conservación. Sé que suena loco, pero si pudiera obtener el financiamiento volvería otra vez para tratar de encontrar las focas».
El viaje fue tan malo que, en realidad, Fray dijo que se sentía afortunado de haber sobrevivido.
Añadió: «El viento se hizo tan fuerte que hizo girar mi canoa y tuve que rendirme e irme con el viento y las olas cada vez más grandes durante dos horas. Fui atacado por perros salvajes tres veces. No me lesioné, pero tuve que defenderme empuñando mi mochila. Aunque estuve solo en las junglas de Nepal, donde fui atacado por un rinoceronte mientras rastreaba a un tigre, me sentí igual de temeroso caminando en Grecia como en Nepal. Espero poder salir y volver a intentarlo, pero dependerá de si puedo reunir suficientes fondos».
Pese a las buenas intenciones de este hombre, su fallido viaje se puede calificar como una tormenta de hechos desafortunados. Claramente este aventurero no supo leer las señales que, muchas veces, le dijeron: «¡No emprendas este viaje!». Su espíritu, sin embargo, y su entrañable capacidad para no rendirse, lo hacen admirable. ¿Qué opinas de este malogrado aventurero?
Fuente: The Sun